La rendición de cuentas

Muy cacaseno ha resultado ser el baladrón de La Moncloa si pensaba que sus despropósitos se le iban a tolerar eternamente. 

Tanto el Tribunal constitucional como los ordinarios han ido poniendo coto a sus continuos desafueros y la AIREF y el Banco de España han desmontado sus delirantes prestidigitaciones, lo que ha provocado la espantada de varios miembros de primera fila de su equipo económico. También en su partido, de manera más o menos velada, cada vez menos, empieza a haber quienes demuestran seguir el aforismo según el cual "maricón el último" a la vista de la que se avecina. Sólo falta que su candidato fracase en Andalucía y que conceda indultos a los delincuentes catalanes para que su caída resulte ya irreversible. Este desmirlado se ha apoyado en comunistas, separatistas y terroristas para comprar sus votos a cambio de cesiones vergonzosas, sin tener en cuenta que este apoyo es el que al final acabará hundiéndolo al desmovilizar a su propio electorado y enervar el ajeno. Para colmo, escenitas como la de su señora iliterata impartiendo doctrina choni a los restauradores a los que su marido ha arruinado no le ayudan en nada.

En un artículo publicado el día 17, Juan Luis Cebrián ha afirmado que "el PSOE se asoma hacia (sic) el abismo" ya que "el apartamiento de Moncloa respecto a (sic) las preocupaciones y anhelos de los ciudadanos (hace que) … cualquiera podría darle un empujón si se descuida". Dejando aparte las cornadas al idioma del académico de la Lengua, su advertencia caerá en saco roto siquiera porque en el mismo ejemplar de "El País", Iván Redondo ha publicado un artículo titulado "España 2050" que es paradigma del pensamiento desiderativo que caracteriza a la progresía nacional, inmune a las realidades actuales pero proyectando un futuro la mar de halagüeño … a treinta años vista. El articulito es, además, una loa al líder más propia de las democracias populares que de los tiempos que corren, lo que demuestra la certeza de la tesis cebrianita.

El cubiletero monclovita ha demostrado despreciar las reglas más básicas del funcionamiento de un Estado democrático. Se ha valido decenas de veces del expediente del Real Decreto-ley para tratar de introducir en el CNI, de pasada y como quien no quiere la cosa, a sus conmilitones y cometer otras fechorías legislativas, algo que el Tribunal constitucional ha impedido recordándole al doctor indocto que el recurso a este tipo de normas se circunscribe a los casos "de urgente y extraordinaria necesidad", que el felón ha invocado en más de cuarenta ocasiones. Tanto va el cántaro a la fuente …

Se ha desentendido de la gestión de la pandemia endosándosela primero a las comunidades autónomas con la milonga de la "cogobernanza" y después a los tribunales de justicia, en una pirueta inédita consistente en alterar su papel encomendándole tareas propias del legislativo. Ha ocultado la impresionante cifra de muertos, más de 100.000, que su desidia e incompetencia han provocado. Ha desprestigiado el papel de España en la escena internacional trapicheando con el régimen impresentable de Venezuela y poniendo al frente de Exteriores a una competidora de Trinidad Jiménez en incompetencia y cursilería. Ha remitido a Bruselas un plan de recuperación y resiliencia (!) que ni sus más próximos asesores se creen, como demuestras las dimisiones que se han producido en el seno de su equipo económico … y las que ha impedido que se produjeran. Ha intervenido obscenamente en la campaña electoral madrileña, cosechando el éxito inédito de verse sobrepasado por la izquierda, tras lo cual ha cargado el muerto a quienes obedecieron estúpidamente sus consignas disparatadas.

Su partido se hubiera ahorrado el oprobio pasado, presente y futuro de su nefasta gestión si lo hubiera expulsado tras ser sorprendido manipulando las urnas en Ferraz. Acabará haciéndolo, pero cuando el mal ya esté consumado.