¡Todos funcionarios ya!


Melitón Cardona (*)


Tras mucho estudio comparado y una cuidadosa ponderación, he llegado a la conclusión de que la mejor solución a la crisis consiste en convertir en funcionarios a todos los españoles que aún no perciben emolumentos de alguna de las numerosas administraciones públicas –la estatal, las autonómicas, las subautonómicas y las municipales- que tan brillantemente gestionan los impuestos que genera nuestro país.


Para llevar a cabo ese ambicioso e inédito proyecto de ingeniería social será necesario adoptar medidas drásticas. La primera consistirá en conferir autoestima a amplias capas de la población, de tal manera que los pocos analfabetos que quedan aún accedan, de oficio y sin más trámite, al título de graduado escolar, los bachilleres a una licenciatura universitaria de su elección, los licenciados a un doctorado y los doctores a la titularidad de la cátedra que más les apetezca. A su vez, policías nacionales, guardias civiles y clases de tropa accederán a la condición de oficiales con sólo solicitarlo; las amas de casa al bonito título de Licenciadas en Ciencias domésticas y los vagabundos, vagos y maleantes al de Diplomados en Marginología, que suena la mar de bien; por su parte, los ex presidiarios se convertirán en Asesores ejecutivos (una contradictio in terminis consagrada por nuestro ordenamiento jurídico) de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Además, todo oriundo de una comunidad histórica, las demás son ahistóricas, como es sabido, será distinguido con un título nobiliario que contenga su apellido: así, habrá cientos de condes de Bosch-catalá, marqueses de Arizmendi-euskaldún y duques de Vázquez-célticogalaicos.


Todos pagarán una tasa simbólica y, acto seguido, pasarán a cobrar del Erario público y, eso sí, a tributar por el IRPF. Como los sindicatos resultarán superfluos, los cuantiosísimos fondos públicos que vienen percibiendo para anestesiarlos servirán para financiar tan ambicioso proyecto igualitario, que exigirá cuadruplicar el número de ministerios. ¿Alguien puede oponerse a la creación de los de la Protección a la Infancia, la Pureza numismática, el Fomento del Bel canto, el de Recuperación de Tradiciones perdidas, el de Asuntos irrelevantes y Causas sin Remedio, el de Benevolencia universal, el de Rehabilitación de Marginales perseguidos, el de Justicia Universal Hispanocéntrica (JUH), etc.?


Así, como por arte de birlibirloque, desaparecerá el paro y la recién estrenada autoestima de la población provocará oleadas de confianza en el sistema productivo que activarán el consumo y reactivación de la economía.


El plan deberá incluir medidas que no vale la pena enumerar en detalle (duplicar el número de zoos y cuidadores y el de museos de la irrelevancia provincial, triplicar el de semáforos, hacer obligatorio el uso de cadenas tanto si nieva como si no, prohibir las corbatas amarillas, obligar a hacer reverencias a los dignísimos actores españoles que no venden pero cobran del Erario, subastar condecoraciones, nacionalidades y dignidades, etc.); tan sólo deseo mencionar que el Congreso de los Diputados deberá pasar de 350 a 1.050 miembros, el Senado también habrá de triplicar los suyos y, además, se creará una tercera cámara, denominada “de agravios”, compuesta por 850 representantes sin más función que la de permitir que sus miembros se desfoguen mediante el ejercicio del noble arte del insulto y de la puñalada trapera verbal.


Puede objetarse que la cosa durará poco, pero tal vez evite el inevitable estallido social que conlleva la generación de varios miles de parados al día. A fin de cuentas, si el PER se ha revelado eficaz en Andalucía durante décadas, mi propuesta podría superar ampliamente su virtualidad.


Amén.


(*) Diplomático.

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