Malos presagios

Melitón Cardona (*)


Como cada pueblo tiene el gobierno que su oposición se merece (y la nuestra no es excepción), no hay que descartar que uno de los gobiernos más canallas que ha padecido el pueblo español a lo largo de su historia, con miles de muertos a sus espaldas que acabarán siendo decenas de miles, termine yéndose de rositas. La sesión parlamentaria del Jueves santo fue la prueba de lo que afirmo, porque lejos de hacer un acto de contrición, ese personaje cursi, felón y fullero que preside el Gobierno de España no sólo no dio muestras de asumir la magnitud criminal de sus errores sino que tuvo el desparpajo de sacar pecho y justificar su impresentable actuación con una ristra de mentiras tan burdas que sólo un plagiario consumado como él es capaz de endilgar impunemente en sede parlamentaria. Para colmo, ofreció pactos a una oposición a la que previamente insultó y descalificó. Inútil decir que, en cualquier país de nuestro entorno, semejante personaje no sólo habría dejado de presidir su gobierno sino que estaría en prisión provisional a la espera de juicio.


Escrito lo anterior, creo que debo justificar mi pesimismo, que se basa en el hecho de que la sociedad española es hoy lanar, chabacana, encanallada y manejable como nunca antes lo ha sido en su larga historia. Basta tener la paciencia de molestarse en ver determinados programas televisivos de los de mayor audiencia para verificar los estragos que han hecho nuestras sucesivas leyes de educación: la chusma más despreciable, adornada con argollas en narices y orejas, con el pelo teñido de colores inverosímiles y modales de prostituta poligonera atraen la atención de millones de conciudadanos que, en su fuero interno, no tendrían recato en emular a semejantes representantes de la degradación moral de una sociedad. Como esos millones de individuos tienen derecho a voto, no es de extrañar que favorezcan con el suyo a personajes fulleros a los que ansiarían emular si ello estuviera a su alcance; ya se sabe que el votante suele elegir a los gobernantes que se le parecen. Sólo cuando la terrorífica crisis económica en ciernes toque los bolsillos de esa masa cretinizada y aumenten por millones los parados habrá una ligera esperanza de cambio de gobernantes, al menos por un tiempo.


El porvenir de España se me antoja descorazonador: pienso que acabará convirtiéndose en un estado quebrado y, tal vez, como Venezuela, en narcoestado. Lo presagió Tocqueville al escribir: "como el pasado ha dejado de iluminar el futuro, la mente humana vaga entre las sombras".


Escrito el 10 de abril de 2020.





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