La irrelevancia de Occidente

Resulta curioso que no llame la atención el hecho de que ningún país de mayoría musulmana se ofrezca ahora ni se haya ofrecido antes a acoger a correligionarios refugiados.

Tony Blair se ha preguntado porque Occidente no lucha contra el islamismo como lo hizo contra el comunismo. Es cierto que Occidente luchó contra el comunismo, pero lo hizo tarde y mal si recordamos los compañeros de viaje (un término acuñado por Trotski ya en 1923) y la actitud de gran parte de la intelectualidad occidental. Es curioso que a Tony Blair le entren ahora escrúpulos cuando Occidente está siendo víctima del relativismo que su partido político y otros europeos afines impulsaron.

Así, el multiculturalismo es la consecuencia inevitable de tal relativismo por cuanto asigna el mismo mérito a todas las culturas sin atender a sus logros y valores. Como señaló irónicamente un escritor americano cuyo nombre no recuerdo ahora todavía está esperando que alguien le señale al Proust maorí o al Beethoven congoleño.

A los errores de Occidente hay que añadir esa plaga de lo políticamente correcto, que consiste básicamente en censurar y proscribir toda manifestación de opinión que no esté canonizada por esa izquierda que, aunque predica que todos somos iguales, aplica el criterio de que algunos son más iguales que otros y no cabe duda de quienes son los más iguales en virtud de una superioridad moral autoatribuída. Lo advirtió Tocqueville con su premonitoria clarividencia: "La igualdad produce, en efecto, dos tendencias, una que conduce a los hombres directamente a la independencia y puede empujarles de repente a la anarquía, y otra que les conduce, por un camino más largo y más secreto, pero más seguro, a la servidumbre".

Para rematar el desaguisado de la irrelevancia occidental actual, los sistemas educativos de los países que componen tal mundo han competido durante décadas en mediocridad hasta extremos extravagantes, de manera que generaciones enteras de semianalfabetos conforman hoy una parte sustancial de sus censos electorales. En estas condiciones, no es de extrañar que individuos como Sánchez o Biden lleguen a la Presidencia del Gobierno.




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