Socialdemocracia

De individuos de la ínfima talla intelectual y moral de Sánchez y Casado cabe esperar el diseño de cualquier contubernio susceptible de perpetuar la pseudodemocracia que, hace ya tiempo, está convirtiendo a España en un estercolero de corrupción política y decadencia moral. Lo ha diagnosticado certeramente Hughes en ABC: "El Estado subyuga a la Nación, enredada en el sainete parlamentario de la soberanía popular y en el simbolismo estricto de la monarquía".

En ese marco descorazonador, no hay que excluir que un político inmoral y falaz trate de mitigar los múltiples fracasos y tropelías de su aventurerismo irresponsable dándose aires de estadista respetable mediante la añagaza consistente en asociar al partido popular a la gestión de la ruina que ha generado y ello con la agravante de que el muy mejorable líder de la oposición finja dejarse engañar por el felón y acepte con entusiasmo un ofrecimiento que le libraría de su dependencia de Vox. Por todo ello, conviene irse acostumbrándose a la próxima farsa de una Grosse Koalition cañí que más que grosse será grotesca, como corresponde a la talla de sus protagonistas. Ya la ha propugnado en Yuste Merkel la Misericordiosa, que es como se designa en el mundo islámico a la irresponsable que introdujo en la Europa ahíta de musulmanes a un millón de fieles, saltándose toda la normativa europea en materia de asilo e inmigración.

Sánchez ha escenificado en Valencia un retorno a la socialdemocracia que su ansia de poder arrinconó y el espectáculo de un Felipe González amansado y probablemente chantajeado avalando al aventurero sin escrúpulos ha sido patético. Por si fuera poco, el felón ha reiterado su voluntad de derogar la reforma laboral, proscribir el ejercicio libre de la prostitución y demás recetas izquierdistas que desmienten por sí mismas su inédita profesión de fe socialdemócrata.

Si los actuales dirigentes del partido popular pican el anzuelo, como es previsible, que Dios nos coja confesados.