Mi programa electoral

Varios amigos, conocidos e incluso desconocidos apoyaron mi candidatura virtual a la Presidencia del Gobierno, alabando las medidas que propuse; hoy quiero agradecer el gesto añadiendo algunas propuestas a mi programa para tratar de completarlo. 

En primer lugar, suprimiría el Senado, el Tribunal Constitucional y la Audiencia nacional en la creencia de que nadie los echaría de menos salvo los paniaguados que albergan tan inútiles instituciones.

En materia educativa, además de reintroducir un auténtico bachillerato con mecanismos de control como las reválidas, concedería becas a quienes obtuvieron la calificación de sobresaliente, medias becas a quienes alcanzaron alcanzarán la de notable y simples préstamos a bajo interés a quienes no pasarán del aprobado. Naturalmente, suprimiría las cátedras que tuvieran más docentes que alumnos y aquellas cuyo coste por alumno fuera superior al de becarlo para cursar sus estudios en el extranjero como hacen en Noruega.

También reintroduciría el servicio militar obligatorio como mecanismo igualitario de disciplina e integración social.

En materia económica, introduciría un tipo máximo de IRPF del 25 por 100, suprimiría el salario mínimo interprofesional, fijaría un tipo único del IVA al 15 por 100 y eliminaría los infames impuestos de patrimonio y sucesiones. También eximiría de tributar a los autónomos el primer año de actividad. Eliminaría el régimen tributario privilegiado de las comunidades forales en el caso de que siguieran formando parte de España. Introduciría la gratuidad de tasas por actuaciones administrativas impuestas por la Administración. Impediría que la inversión pública territorial fuera desigual obligando a que se basara únicamente en el criterio de población y garantizando que la inversión per capita no fuera superior el diez por ciento en ninguna comunidad respecto a otra. Introduciría el principio general de libertad de horarios, el despido libre y la unidad de mercado.

En materia de inmigración, concertaría tratados con uno o varios países  a los que deportar a todo inmigrante ilegal a cambio de compensaciones económicas sustanciales que serían rentables porque en poco tiempo pondría fin al evitable fenómeno de la inmigración ilegal, puesto que nadie emigra si sabe que su intento jamás prosperará. Por otra parte, endurecería las condiciones de adquisición de la nacionalidad española  añadiendo la de haber tributado en España al menos en un ejercicio fiscal, lo que evitaría que, como sucede ahora, muchos parientes lejanos de españoles que en su día emigraron pudieran adquirirla para vivir acto seguido del Erario público español sin haber pisado nunca, ni antes ni después de la adquisición suelo español.

En materia de extranjería, derogaría inmediatamente la inane ley orgánica "de derechos y libertades de los extranjeros en España" y la sustituiría por la de "obligaciones y deberes de los extranjeros en España". También impediría recurrir las denegaciones de visado, que no son sino una manifestación de la soberanía del Estado, al que el derecho internacional no obliga admitir en su territorio a ningún ciudadano de otro Estado.

En materia de tráfico suprimiría el chiringuito de las ITV y adoptaría al sistema alemán en el que los talleres oficiales están autorizados a certificar la revisiones técnicas. Desde luego aumentaría los límites de velocidad en autovías y autopistas adaptándolos a las características de los vehículos, ya que no es lo mismo la seguridad y la capacidad de frenada de un Mercedes que la de un Fiat 500.

Espero que las propuestas anteriores tengan la misma aceptación que las que formulé modestamente días atrás.