Juez negra y mujer

El calamocano que desgobierna a los Estados Unidos ha decidido que el próximo miembro del Tribunal Supremo de su país vaya a ser una mujer de raza negra, con independencia de su capacitación jurídica, algo que debe considerarse irrelevante siguiendo esa perversa doctrina introducida en muchas universidades norteamericanas que antes de calibrar los méritos académicos de los aspirantes a cátedra les someten a la prueba del DEI, que consiste en averiguar si son unos partidarios de la D de diversidad, la E de equidad y la I de inclusión. Sólo entonces se calibran los méritos académicos del candidato. En el caso de la juez negra y puestos a fomentar la corrección política, me extraña que Biden no haya añadido el requisito de ser lesbiana, pero todo llegará.

Yo he sido siempre partidario incondicional de las pelirrojas y me parece profundamente injusto que no tengan un trato de favor a la hora de acceder a los empleos públicos, desde los más modestos hasta los más cualificados, siquiera por alegrar con su belleza la vista al personal.

Tampoco veo por qué los mulatos no pueden aspirar con ventaja a las altas magistraturas de un país, siendo como son el segmento de población más equilibrado porque no se les puede acusar de supremacismo blanco ni de pretensiones desorbitadas negras.

Escrito lo anterior y ya puesto en faena, no veo por qué no hay trato de favor también a los albinos, a los de origen ibicenco como yo, a los cultivadores de caracoles y a los que acreditan descender en línea directa de los antiguos fenicios.

Podría seguir enumerando supuestos ad nauseam, pero no quiero acabar presa de nauseas ante tanto despropósito. El caso es que como de lo que se trata es de imponer corrección política y no de impartir justicia me parece muy bien que el líder avejentado de Occidente piense en nombrar a una juez negra y del sexo femenino. Como debe ser y si es lesbiana o transexual, mejor.