Las materias primas en tiempo de crisis


El pasado septiembre, un prestigioso economista francés (*) dictó una conferencia titulada "Las materias primas en el contexto de la crisis de 2020-2021", reproducida en el último boletín de "La Voix de Bastiat" que acabo de recibir.


Como buen liberal, el profesor señala que se suele oír con frecuencia que el agricultor debe recibir una remuneración justa por sus productos; nada más deseable, pero como se trata de precios mundiales, éstos no son ni justos ni injustos, sino el resultado de la coincidencia de una oferta y una demanda en un momento dado. Añade que una de las constantes de la historia económica es la burricie de los banqueros, que rechazan invertir o financiar cuando los precios son bajos y no pueden sino subir, pero si son altos no dudan en invertir en el sector al alza.


Entre 2006 y 2013, el mundo ha conocido un periodo de grandes tensiones en los precios de las materias primas: en 2008, el barril de petróleo cotizaba a 147 $ y se sabe a cuánto cotiza hoy: a menos de la mitad. Sólo falta que Irán vuelva a irrumpir en el mercado mundial del petróleo para que sus 2 millones de barriles diarios hagan descender aún más el precio.


El profesor francés sitúa el punto de inflexión de la economía mundial en la adhesión de China a la Organización mundial de comercio (WTO) en Doha en 2001, convirtiéndose en el importador mundial de referencia de prácticamente todas las materias primas: así, por ejemplo, en 2001 China importaba 50 millones de toneladas de mineral de hierro y hoy 1.100 millones, casi la mitad de la producción mundial. En cuanto al mercado de granos, China, que importaba 20 millones de toneladas de cereales al año, importa hoy más de 50 millones, una sexta parte de la producción mundial. Ahora bien, un fenómeno aún más extraordinario es el de los fletes marítimos de contenedores: durante los últimos 10 años costaba apenas 1000 $ trasladar un contenedor de 40 pies de Asia a Europa; tan bajo precio indujo a las compañías marítimas a dejar de invertir y a reducir costes de navegación, pero la pandemia introdujo perturbaciones en forma de dificultades en los relevos de tripulaciones y enormes embotellamientos en los puertos de Extremo Oriente. Así de los 1000 a 1500 dólares el contenedor de Asia a Europa se ha pasado a los 15.000 o 20.000 de hoy.


¿Cuáles son las perspectivas de futuro? Según el profesor francés, es muy probable que reaparezca una nueva estagflación, particularmente en el sector inmobiliario y en el del mercado del empleo, suponiendo que se supere definitivamente la pandemia y que la situación climática sea más o menos normal. Considerando también la situación geopolítica, el profesor se atreve a vaticinar una baja generalizada de precios y una escasez de repuestos derivada de los problemas de transporte marítimo antes citados.


El artículo termina analizando lo que denomina "la maldición de las materias primas". Dice que suele pensarse que los países que tienen la suerte de disponer de grandes potencialidades mineras, energéticas, agrícolas y demás están destinados a enriquecerse; pero las materias primas siempre han sido un factor de empobrecimiento, subdesarrollo y miseria. El ejemplo de Guinea Conakry es paradigmático; segundo productor mundial de bauxita, dispone de mineral de hierro, diamantes y oro, pero las tres cuartas partes de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Lo mismo puede postularse del Congo o de Venezuela. "Las materias primas tienen el poder de corromper los circuitos económicos pero sobre todo las almas de los dirigentes y responsables políticos".


(*) El profesor Philippe Chalmain, historiador y economista francés, especialista en materias primas.

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