La guerra en Ucrania: consecuencias económicas.


Charles Gave es un ensayista, financiero y empresario francés. Economista liberal, es autor de varios ensayos en los que anuncia el fin del Estado del bienestar y la quiebra del euro. Partidario de las monedas nacionales (un Estado, una voluntad común, una moneda) predijo la quiebra del euro. En su libro "Por qué el inminente fracaso del Estado es una buena noticia", anuncia la ruptura de la vía del endeudamiento, que en su opinión se ha vuelto excesivo, el principio del fin de lo que denomina "social-clientelismo", es decir, el reparto de "derechos no ganados" por el personal político. Por interés he traducido un reciente artículo suyo que reproduzco parcialmente a continuación:


"El tontómetro ha saltado por los aires con la crisis ucraniana. Se trata de un instrumento extraordinariamente eficaz que algunos tenemos entre las orejas y nos permite juzgar la calidad de los juicios emitidos en un periodo de crisis, ya sea familiar, local, política o internacional. ...  Nunca he visto, leído u oído tantas tonterías como en este momento y, por lo visto, nuestros gobiernos, donde ofician grandes almas sensibles y compasivas, no se conforman con decir una tontería tras otra, sino que también las ponen por escrito y, sobre todo, cometen muchas más.


...


Hemos recurrido a las habituales medidas de represalia, que no son muy interesantes, pero también a algunas ideas nuevas. Y una de estas nuevas ideas me ha dejado atónito, y no me refiero a la confiscación de las reservas de divisas rusas depositadas en el banco central de Estados Unidos, que no sorprendió a nadie porque Estados Unidos está acostumbrado a ello, sino a la confiscación de las reservas rusas en euros, esta vez depositadas en el BCE. Se trata de una estupidez incomprensible.


En primer lugar, el mundo en general y Europa en particular están entrando en un periodo de escasez energética global y duradera. Alemania, en particular, se encuentra en una situación imposible tras haber cerrado todas sus centrales nucleares en un momento en el que debería haber construido otras.


En segundo lugar, la eurozona tiene un enorme déficit energético con Rusia, que vende gas, petróleo y carbón a la eurozona, al menos en parte en euros, lo que es una buena noticia para la eurozona. Como Rusia tiene un superávit por cuenta corriente con la eurozona, acaba teniendo demasiados euros, que estaba invirtiendo en bonos alemanes y franceses, que es la forma normal de proceder entre un cliente y su proveedor de materias primas. En esencia, Rusia nos daba crédito y nos permitía vivir por encima de nuestras posibilidades, lo que era muy amable por su parte. Pero se tomó la decisión (¿por quién? y por qué?) de congelar estas reservas de divisas, que constituían aproximadamente una cuarta parte de las reservas de divisas rusas.


Así que acabamos de decirle a Rusia: ¡que os den, no nos importa vuestro crédito! Lo cual es muy estúpido cuando se necesita petróleo para hacer funcionar la economía y no hay ninguno disponible en otros lugares. ¿Qué significa esto en la práctica? Rusia ya no puede recurrir a sus reservas cuando las necesita, que es por supuesto la cuestión. Pero, como Europa no puede sobrevivir sin comprar energía a Rusia, la pregunta que se plantea es: ¿en qué moneda exigirán los rusos que se les pague? ¿En dólares? ¿Para que los roben los americanos? ¿En euros? Como se especifica en los contratos, pero para depositarlos ¿dónde y en qué banco? ¿En oro? Pero el Bundesbank echará espuma por la boca si se ve obligado a vender su oro al resto de la eurozona. ¿En Yuan? Pero China tiene un enorme superávit con Europa, y nosotros no tenemos muchos yuanes en nuestras reservas de divisas. ¿En rublos? Pero nadie tiene rublos en sus reservas de divisas. Y no veo a Putin abriendo una línea de crédito a los países europeos que acaban de robar sus reservas de divisas.


Y así nos encontramos en una situación totalmente ubicua: los europeos necesitan la energía rusa, los rusos están dispuestos a proporcionarla, pero no sabemos cómo resolver la transacción. El resultado es que nos encontramos, por un lado, con un petróleo ruso que nadie puede comprar y, por otro, con una escasez de petróleo o gas que hace subir enormemente los precios.


Una vez más, felicidades a los genios que nos gobiernan. Es difícil dispararse en el pie con más precisión.


Ya sé que se me dirá que el capitalismo es el capitalismo: y una gran empresa comercial japonesa o de Singapur comprará la producción rusa y la venderá a Alemania, Francia o Italia (con un margen, por supuesto) pero no hay garantía de que Rusia acepte el pago en euros. Puede exigir que se le pague en yenes o en dólares de Singapur, lo que financiará los déficits presupuestarios de Japón o Singapur y no nos ayudará a financiar los nuestros. Ampliemos el debate y tratemos de pensar en lo que esto significa para la financiación del comercio internacional. ¿Cómo se ha venido financiando? Muy sencillo: todos los productos internacionales (transporte de energía, materias primas industriales o alimentarias, etc.) se etiquetaban en dólares estadounidenses o a veces en euros en el caso del comercio euro-ruso. Los países consumidores de estos bienes o servicios pagaban en dólares, lo que significaba que tenían reservas de divisas en dólares, y estas reservas se invertían en bonos del Tesoro estadounidense. Esto significaba que los productores también disponían de reservas de divisas en dólares, a menudo para comprar otros productos básicos, y esto financiaba el déficit presupuestario estadounidense y constituía lo que Rueff había llamado "el privilegio imperial de Estados Unidos". Pero si los EE.UU. y los europeos deciden robar sus reservas de divisas cuando les dé la gana, entonces todo cambiará porque el país productor de materias primas ya no tendrá ninguna razón para vender en dólares y mantener las reservas de divisas en esa moneda, ya que sus reservas pueden ser robadas en cualquier momento si su Gobierno disgusta a los Estados Unidos. En cuanto al país consumidor de materias primas, tener dólares en reserva ya no significa que vaya a tener acceso a las materias primas que necesita, sobre todo si se enfada con Estados Unidos. Y, en mi opinión, Estados Unidos tenderá a enfadarse con todos los países a los que debe mucho dinero, ya que es más barato enfadarse que pagar la deuda. Lo anterior me lleva a una conclusión sorprendente: con la crisis ruso-ucraniana, el sistema de pagos internacionales que existía desde 1945 acaba de hacerse añicos, puesto que las reservas de divisas ya no sirven para nada. Así, Estados Unidos y Europa acaban de destruir el mecanismo que les permitía vivir por encima de sus posibilidades, lo que significa que su nivel de vida bajará a partir de ahora. Tendrán que explicarme esto porque me cuesta entenderlo.


¿Qué va a pasar en el mundo de los bancos centrales ante esta nueva realidad? ¿Van a tener que adaptarse a ella?


El mundo necesita reservas de divisas para amortiguar lo que se conoce como choques asimétricos, como una subida inesperada del precio del petróleo, una guerra, una sequía, etc.


Cada país intentará pagar sus importaciones y facturar sus exportaciones en su moneda nacional, en lugar de en dólares. Este es ya el camino elegido por China. Así pues, todos los exportadores acabarán intentando facturar en su propia moneda, lo que significa que miles de millones de dólares mantenidos en reserva por los sectores público y privado volverán a Estados Unidos, y el dólar se hundirá en el proceso.  Y lo mismo ocurrirá con el euro. Los dos puntos anteriores significan que los bancos locales sustituirán a los bancos internacionales en la financiación del comercio. Las reservas de divisas en monedas se diversificarán mucho más, y la proporción del dólar y el euro disminuirá. La cuota del oro aumentará prodigiosamente y por una sencilla y antigua razón. De todos los activos del mundo, el oro es el único que no es un pasivo para nadie. Si Rusia hubiera convertido todas estas reservas de divisas en oro y hubiera guardado este oro en los sótanos del banco central en Moscú, pues nadie podría haberlas congelado, o sea, robarlas en una crisis política.


¿Pero no hay suficiente oro en el mundo para satisfacer la necesidad de seguridad total de los bancos centrales del mundo? Este es el argumento de los que quieren que los políticos mantengan el control de las monedas. Así es, pero no hay suficiente porque el precio actual es demasiado bajo, por lo que, como todos los bancos centrales a partir de ahora no considerarán "seguros" ni el euro ni el dólar, acabarán teniendo demasiados dólares, demasiados euros y poco oro, ya que es el único activo que realmente poseo. Por lo tanto, el oro tendrá que desarrollar una enorme prima de riesgo en los próximos años para compensar el hecho de que ni el euro ni el dólar son seguros mientras escribo esto. En términos sencillos, el oro subirá.


Por ejemplo, para que las existencias de oro de la Reserva Federal compensen los bonos estadounidenses que tienen los bancos centrales extranjeros como reservas de divisas, el precio del oro tendría que multiplicarse por algo más de tres, lo que seguramente ocurrirá en los próximos años.


Conclusión:


He recomendado mucho durante los últimos años tener 2/3 de tu cartera antifrágil en bonos chinos y 1/3 en oro. Mi recomendación es ir a partir de ahora a un mínimo de 50/50 y un máximo de 2/3 en oro y 1/3 en bonos chinos.

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