Un diagnóstico demoledor

Por su extraordinario interés, reproduzco a continuación la conferencia que pronunció don Jesús Fernández-Villaverde, catedrático de Economía en la Universidad de Pensilvania, titulada “Liderazgo, eficiencia económica y calidad democrática en España. ¿Qué queremos ser en el escenario global que se está conformando?”. Aunque no tiene desperdicio, yo resaltaría esta frase "Hay una estructura político-administrativa que ha generado una serie de incentivos para que no se tomen las decisiones concretas que España necesita." Y así nos va.

"El PIB es una medida de la cantidad de bienes y servicios que producimos en un año. Aunque no lo recoge todo, sí que es una buena aproximación del bienestar que generamos. En 2021, el español medio produjo 23.000 euros y un poquito más, lo mismo que en 2005. Esta cifra está corregida por la inflación. En otras palabas, desde 2005 hasta hoy, nuestra economía no ha crecido. Son dieciséis años. Ya no estamos hablando de una década perdida, vamos camino de las bodas de plata de carencia de crecimiento económico.


En el corto plazo tenemos un escenario muy difícil por la guerra en Ucrania. Tenemos un altísimo nivel de incertidumbre asociado con esta guerra, con el precio de la energía y con la inflación asociada. En el medio plazo va a ver una fuerte subida de los tipos de interés en Europa que nos va a colocar en una situación muy difícil. En el largo plazo tenemos el colapso demográfico al que nos enfrentamos y la necesidad de descarbonizar la economía española, que es muy dependiente de la importación de energía desde fuera.

Han sido años difíciles. Hemos vivido en una época de prácticamente crisis permanente, pero estar preparados para las crisis es parte de la labor de la política económica. Y sí que hay otras naciones que han crecido en PIB per capita desde 2005, por ejemplo, Irlanda, que ha crecido el 79 %. Alemania ha crecido un 18,7 %, Estados Unidos un 17 %. Japón con sus problemas demográficos ha crecido un 7,8 %. Incluso nuestros vecinos portugueses han crecido un 7 %. Si Portugal ha sido capaz de crecer, ¿por qué nosotros no lo somos?

En términos de PIB per capita, España es más pobre que Estados Unidos en 1972. Se ve a España hoy un país más atrasado que Estados Unidos, tiene el mismo nivel de PIB per capita respecto a Estados Unidos que en 1870. No ha sido capaz de reducir la distancia. Hemos pasado del 2 % a ser solo el 1,37 % de la economía mundial. Cada vez somos menos importantes, nos vamos a convertir en un país periférico que importa menos en la toma de decisiones.

En 2005 trabajaban 19,2 millones de españoles; en 2021, 19,6 millones. Nuestra capacidad de producir no ha crecido, no somos más productivos ahora. Esto es malo porque la frontera de producción mundial ha seguido creciendo. A pesar de tener una tecnología mucho mejor, no somos capaces de producir más. Estamos desaprovechándolas oportunidades que nos ofrecen los avances tecnológicos. El desempleo ha pasado del 8 % al 16 %. El déficit estructural en 2005 era del 3,43 %, en 2021 del 5,3 %, ya corregido de los efectos del COVID. La deuda pública ha pasado del 42 % a cerca del 120 %. Producimos lo mismo, pero tenemos más desempleo, más déficit y más deuda.

Nos encontramos, además, con que los siguientes años van a ser muy complicados. La inflación está en el 9,8 %, al nivel de mediados de los años 80. Es causa de la guerra, pero también es consecuencia de la lectura incorrecta de las lecciones de la crisis financiera de 2008, que fue una crisis de demanda. Con lo que nos encontramos ahora es con una crisis de oferta. Cuando uno tiene una policía fiscal y monetaria muy agresiva con un problema de falta de demanda, esto ayuda a la economía. Pero cuando el problema es de oferta, esas políticas generan más inflación. Con lo cual, no es una sorpresa que nos encontremos en esta situación.

Además, hay un problema de regulación. Muchas de las ideas de la crisis de 2008 son muy diferentes de los cambios que se necesitan para una crisis como la de ahora. Estamos en un escenario muy similar al de la crisis de 1973, con la primera crisis del petróleo. Esa enorme escalada del precio del petróleo castigó a muchas economías occidentales, en especial a la española, que era muy intensiva en energía, por ejemplo, astilleros. En aquel momento, que genera estanflación, se reacciona de una manera profundamente incorrecta. En vez de ajustarnos a la nueva realidad, se posponen todos los ajustes. La política económica se utiliza para negar la realidad, porque estábamos en una situación política muy complicada, con los últimos años del franquismo y la Transición. Solo con los Pactos de la Moncloa se acepta que hay que ajustarse a la nueva realidad. Las decisiones de las últimas semanas son exactamente iguales que las que se tomaron en el otoño de 1973: uno, negar la realidad; dos, hacer medidas en el Consejo de Ministros, que van a dar un titular por ganar votos. La irresponsabilidad que se cometió en 1973 era menos que la que estamos tomando ahora. Durante la dictadura no se había acumulado deuda pública. Ahora tenemos un 120 %. Si tratamos de solucionar esto a base de gasto público no estamos haciendo lo que hay que hacer. No tenemos una política monetaria independiente. Desde 1973, buena parte del ajuste se hizo con devaluaciones, pero ahora no tenemos esa posibilidad. Además, tenemos una demografía horrorosa. En el 73 era favorable, pero ahora se nos va a hacer cada vez peor. Lo que espero que nos salve es Europa, no tanto por el dinero, sino porque Europa va a intentar controlar a nuestros políticos.

Además, nos encontramos a nivel mundial en una perspectiva de profunda desglobalización de la economía mundial, como consecuencia de la COVID, de la guerra, de decisiones de política económica. El mundo de los últimos 25 años puede desaparecer en parte. Esto nos va a llevar a una situación muy complicada porque España es una economía muy abierta. Vive del turismo y de producir automóviles, de las cadenas de valor del automóvil. Si nos vamos a un mundo desglobalizado, ¿qué es lo que vamos a hacer? También está el problema de la energía exterior, porque llevamos cuarenta años sin tener una política energética seria.


En particular, tenemos que empezar a distinguir entre la gestión de la crisis y la planificación del futuro. La situación actual requiere solucionar un problema, pero también hay un problema que es pensar cómo quiero que sea la España del 2050, qué tengo que hacer para que sea una nación prospera.  Desde la crisis financiera nos hemos centrado sólo en la primera, en la gestión del día a día del Consejo de Ministros. Todos los gobiernos desde 2008 ha caído en la tentación de utilizar la crisis para no pensar en la política de largo plazo, y la sociedad española lo ha consentido. No ha sido una imposición del gobierno. La mayoría de los españoles se han quedado muy contentos con esta estrategia.

Nada de esto ha sido una sorpresa. En 2014 ya señalaba el riesgo de una década perdida y la necesidad de hacer reformas, No ha habido reformas de importancia después de la laboral de 2012 y el proceso de consolidación fiscal se paró en 2014. Desde entonces, hemos retrocedido y estamos en una situación peor. Esto es, en buena medida, reflejo de la opinión de muchos votantes. A la vez, no es excusa para los líderes, porque un líder tiene que ir por delante, explicar a los españoles porque los instintos de no realizar reformas no son correctos. Charles De Gaulle les dijo a los franceses lo que no querían escuchar, pero era lo que necesitaba Francia y por eso Francia tiene lo que tiene. En 2015 teníamos una ventana de oportunidad de entre tres y cuatro años, porque al final de ellos volverán los malos tiempos. Fue la COVID lo que nos llevó por delante y no habíamos hecho nada. En 2016 hablé de sostenibilidad fiscal y no hemos hecho nada al respecto. Lo que nos demostró la crisis del Covid-19 es que las autoridades españolas no estaban preparadas para ello. El peor país en términos de datos era España.

Esto nos puede pasar por tres motivos. Uno es que tengamos mala suerte. Si constantemente tienes mala suerte, lo mismo es que no es mala suerte. La segunda posibilidad es que España está llena de españoles, pero esta posibilidad no me la creo porque cuando se nos dan las oportunidades lo hacemos igual de bien o mejor que otra gente. Cuando estamos en un marco institucional adecuado lo hacemos muy bien. El problema de España es que la estructura determina los resultados. Las cosas no son producto de la casualidad. Hay una estructura político-administrativa que ha generado una serie de incentivos para que no se tomen las decisiones concretas que España necesita. Esta estructura ha llevado a una calidad democrática en deterioro y a una eficiencia económica cada vez más pobre. No hay nada que refleje mejor el problema de nuestra democracia que el abuso que se viene haciendo en los últimos doce años del real decreto ley, que es legislar sin las Cortes. O la absoluta pantomima de la reforma laboral. Así no puede funcionar un país.

Lo que nos encontramos es con el problema sistémico de formación y selección de élites. Desde la educación primaria hasta el liderazgo de nuestros partidos políticos hemos creado unas estructuras que no forman y seleccionan a los lideres adecuados, porque no tienen el coraje de explicar a los españoles lo que España necesita. El sistema está diseñado para seleccionar a los peores, a los que saben navegar el sistema. Y esto va empeorando según va pasando el tiempo. Aunque hiciésemos cambios de instituciones ahora, tendríamos que esperar hasta el 2030 para que esto se empiece a notar. Por eso es tan importante empezar a hacer las cosas ya.


La educación es el problema fundamental en el centro de todo lo que nos encontramos. Tenemos un mal sistema educativo. España, en matemáticas está en el puesto 35 en el informe PISA. Estamos el 31 en ciencias y en lectura no estamos clasificados porque hicimos trampa y anularon los exámenes españoles. Se nota mucho el deterioro de la capacidad de escribir de los españoles, de la capacidad analítica de los estudiantes. Seguimos teniendo unos planes de estudio de grado completamente inadecuados, porque son el reflejo de los intereses parroquiales de los departamentos. Tenemos la plaga de los dobles grados. El problema es que atrapan a la gente de una manera que no se puede escapar. Seguimos sin tener universidades punteras a nivel mundial. No parece que haya demasiada preocupación sobre este tema.

Tenemos un sistema de seleccione de las elites administrativas anclado en las necesidades que tenía España en los años sesenta. Lo mismo que con la educación. Hay que seleccionar a gente que va a tener que ir fuera a defender los intereses de España. Hay hacer la selección con criterios de objetividad, eficiencia y equidad.

Tenemos que reforzar nuestras instituciones. El ejemplo obvio es cómo funciona el CGPJ respecto al Consejo superior de la magistratura en Francia e Italia. Hay una falta de independencia de las instituciones.

Esto lleva al nivel final de la política. Hay que reformar la estructura y el funcionamiento de los partidos políticos, cambiar sistema electoral y que los votantes entiendan donde estamos".

Comentarios

  1. Las conclusiones de este diagnostico, sean del profesor Fernandez-Villaverde o del Sr. Meliton, son demoledoras y contundentes.
    La clase politica y especialmente los SINDICATOS, viven en un mundo endogamico que hace muy dificil virar el rumbo de este gigantesco Acorazado/Estado.
    Espero, solo, que los "hombres de negro", lleguen lo mas pronto posible a España y nos pongan en el lugar que realmente estamos.
    Necesitamos una catarsis.

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  2. Increíble que estemos así y tan panchos. Sí, que vengan otros y pongan orden! Nuestros políticos son unos negados

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  3. La estructura de personal al servicio de estado, comunidades, diputaciones, ayuntamientos y organismos y demás de uno y otros es insostenible.
    Para dotar lo que se ha de deshacer, parece que sirven los políticos así en UE como sus países, entre ellos el nuestro.

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