Versos perversos lindos Dedicados a Galindos El universo infinito Depende de un pajarito Y la Santa inquisición Inquisiciona un montón Dos y tres son treinta y ocho Y me ahorro lo de Pinocho O se caen las candilejas O se cocinan mollejas O se va por las callejas Con licor hasta en las cejas Soliviantan los villanos Sin llegar nunca a las manos Agua que vas a beber Que sea al amanecer Dos pimientos enfadados No resultan malhadados Ni tres furcias sevillanas Se asemejan a las ranas Ahuyentando espantapájaros Se construyen pajarracos En aras de la concordia El que avisa nunca incordia Y no provoca discordia Agua que has de beber Al moro y al bereber Tienes que hacer merecer En pos de la truculencia Me desplazaré a Valencia Y si voy a La Coruña No me morderé la uña Al pan vino, ganapán Porompompero pan, pan, Pandero contra madero Y asiento de mal sentar No tengo tasca ni freno Ni coliflor ni centeno Y el frenesí carmesí No dice no ni que sí Aluviones de indulgencias Producen muchas tu...
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El colchón Mia Couto Traducción del portugués de Melitón Cardona Sólo sabes lo que es el agua cuando la cargas en la cabeza (proverbio africano). En casa del pobre hasta el tiempo escasea. Sé por mí que empecé a envejecer antes de ser niña. Me mandaron callar antes de que hablara. Me mandaron barrer antes de tener manos para jugar. Ventaja de una vida que no empieza: se llega al final sin necesidad de morir. Mis hermanos fueron a la escuela. Eran varones. Yo quedé en casa a la espera de desposarme. Largas horas tumbada sobre una estera, las manos de mi madre trenzando mis cabellos, mi único adorno. "Tus cabellos son espesos", decía mi madre y añadía "no sentirás el peso del agua". Sabía la razón de aquellos cuidados: aquel peinado era una inversión. La belleza de mis tranzas aumentaba el valor de mi dote. Ajena a ese destino, yo soñaba con la escuela. Soñé tanto que las manos se teñían del polvo blanco del yeso. Mis hermanos dejaban en el suelo unos pedazos de...
Se lo han ganado a pulso
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