Reproduzco a continuación un interesante artículo publicado en "Milenio" por mi buen amigo el Embajador mejicano Gutiérrez Canet .


Charros contra cowboys


La imagen de México se identifica con el charro y la de Estados Unidos con el cowboy, pero ambos son vaqueros con características propias. El emblemático charro mexicano y el cowboy americano comparten origen común español, cuando Hernán Cortés introdujo ganado vacuno en el territorio norte de la Nueva España, hasta la anexión de Texas, California y otras provincias por parte de Estados Unidos.


A través del cine, México y EU construyeron estereotipos del charro o del vaquero, sobre todo a mediados del siglo pasado. El cine mexicano proyectó el estereotipo del charro alegre, enamorado, borracho o parrandero interpretado por populares cantantes como Pedro Infante, Jorge Negrete y Antonio Aguilar. El sombrero de charro, copa puntiaguda, cuatro pedradas y ala ancha, se transformó luego en bella artesanía de plata o en bodrio de terciopelo.


Por su parte, Hollywood representó a los vaqueros (los buenos) contra los villanos (los malos): John Wayne a caballo empuña el rifle Winchester modelo 94, arma con la que dicen Estados Unidos “ganó el oeste”, Gary Cooper apunta el letal revolver Smith & Wesson .357 contra los indios y Clint Eastwood dispara su tremenda pistola, Smith & Wesson modelo 29, contra los forajidos.


Ambos estereotipos, el vaquero sombrerudo, panzón, bigotón, botella de tequila en mano (como lo caricaturizó el gran Naranjo) y el cowboy esbelto, sombrero texano, rápido para disparar con puntería en el duelo, evolucionaron con los años, pero los dos siguen influyendo en la percepción de la imagen del mexicano y del estadounidense. 


En México tenemos dos museos sobre el tema, uno de charros y otro de vaqueros, fundamentales para conocer parte de nuestra auténtica identidad nacional.


El Museo de la Charrería, orgullo y tradición, cumple 50 años de existencia a cargo de la Federación Mexicana de Charrería, situado en la calle de Isabel la Católica esquina con Izazaga, en Ciudad de México. Exhibe piezas originales como las sillas de montar del emperador Maximiliano, del general Pancho Villa y del caudillo Emiliano Zapata, además de arreos, sombrero de gala bordado en hilo de oro o bien otro de guerrillero chinaco, e indumentarias charras.


Hace menos de un año se inauguró el Museo del Vaquero de las Californias (Muvaca) en el antiguo pueblo minero de El Triunfo, cerca de La Paz, Baja California Sur, el cual visité hace poco y me impresionó por su rigor histórico, fin didáctico y moderna museografía.


El museo bicultural y bilingüe muestra 300 años de historia común desde el origen de la cultura vaquera y ranchera en las Californias en ambos lados de la frontera.


El cowboy americano no existiría si no fuera por el charro mexicano. Laso, rodeo, corral y demás suertes vienen de México.


El Muvaca forma parte de la labor social, ambiental y cultural desarrollada en Baja California Sur por Christy Walton, viuda de uno de los herederos de la fortuna del fundador de Wal-Mart, la mayor cadena de supermercados del mundo.


La filántropa Christy Walton trabaja calladamente en favor del entendimiento entre mexicanos y estadunidenses en medio de las balaceras verbales entre charros del Palacio Nacional y cowboys del Capitolio, reprise de una mala película de Juan Orol.


Sin duda, vale la pena visitar el Muvaca y quedarse a comer una deliciosa birria de chivo en la cafetería Las Alforjas, como buenos amigos, vaqueros y cowboys.

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