Suposición de pájaro.
Voy a tratar de suponer que soy pájaro. Sé que es una suposición absurda, básicamente porque carezco de plumaje, pero también porque estoy desprovisto de pico y carezco de garras, circunstancias que imposibilitan mi condición pajarística. Pero insisto en el quimérico empeño e imagino que mis pies van transformándose muy lentamente en garras y contemplo fascinado la metamorfosis con un avance lentísimo que va oscureciendo los dedos, solidificando los tejidos, agrietando las comisuras.
Es una suposición descabelladla pero posible, que pasa por transformar mi voz en tenue y tímido graznido apenas perceptible pero verosímil propio piopío intermitente que al principio me provoca hilaridad y luego amaga con espanto, sí señor, sin llegar a alcanzarlo plenamente. En la nuca noto pelusa prácticamente imperceptible pero cierta y un presagio de crecimiento inevitable y lentísimo que promete propagarse a lo largo de los días infinitos en que poros antes huecos irán atercipolenándose inexorablemente con tenacidad de buitre inexorable.
En el ombligo cosquillea una pelusilla indefinible y la uña menor de mi pie izquierdo se ha vuelto violeta. Hay vientos en las calles y nostalgias de una cama acogedora que me atrae. Son nostalgias olvidadas que me asaltan implacables y me cuelgan de unos riscos azotados por ventiscas heladoras en mitad de unas montañas desoladas que prometen luminosas esperanzas.
Emprendo el vuelo ya alado, poderosamente armado de un pico desmesurado y un grito desaforado.
Vacío. Verde, añil, hielo, imprudencia, sal y un halcón. La presencia.
Una metamorfosis muy bien descrita.
ResponderEliminar