Yo ya no sé qué decir de los patos reincidentes
Sonidos incoherentes, secuencias intermitentes, tropos ausentes, valientes, resplandecientes, celeste incomprensión alada: un estremecimiento frígido contradice la luminosa solicitud en torrentes de grandes adjetivos que discurren en clamoroso silencio por la carretera sinuosa que converge en lo inexplicado. Así del claro: soy buen cristiano y humano y quiero explayarme a gusto a riesgo de ser abrupto.
No es celeste comprensión ni contracción ni silencio ni cristo que lo fundó en las confines de la intransigencia menos rigurosa o en las lindes de lo ameno y bullicioso que no termina o que no compagina contrapuntos inenarrables en almenas inconcebibles que despiertan esperanzas en ríos extraviados en las lindes de senderos de botellas incontenibles que no van a dar al mar ni convergen ampliamente en arcos de amplio mirar. Solo tridentes en solfa me podrían consolar los lunes muertos de ayer que no vuelven a sonar o en tropos desconectados de toda incidencia amena que resuene en vano por el puerto de los naufragios que no sucedieron en un futuro previsto y por prever: en futuras premoniciones y partidas interrumpidas por soliloquios cruciales en cimentaciones vanas que construyen las gitanas o lamentan las cristianas o si llueve en la mañana me convierto en sargantana o no vaya a usted a ignorar, sepa que cuando aumentan los caudales de los riachuelos se multiplican los guijarros y crece el sol o el arte combinatorio pierde su razón de ser en todo su sentido circular y es así como los lagartos se animan aspirando a caimán en círculos sin fin de engranaje colosal. O si se recompone la espiral interminable aumenta la intolerancia de las palomas crueles que pueblan un continente muy frecuentado por dinosaurios ancestrales y pianistas falaces que se expresan en francés musical desacostumbrado pero familiar y ameno. Contra la desesperanza hay antídotos veraces y gotas de gran bondad que se propagan y crecen y no dejan de llorar las plañideras delgadas que no saben comprobar reglas de la contabilidad para ver si en un futuro dejarán el mar atrás y serán y no serán cuando llueva se verá. O no lo harán si consideran que el viento se tiene que ir amainando a medida que la luz solar tenga visos de bondad, escapularios, cornejas la vie en rose y el santísimo copón de la baraja maldita que siempre viene y no va y el escapulario dictamina determinaciones inconfesables que nunca vienen o van por mucho que por las tardes por los campos pasten terneros animosos y crezcan alambradas siempre en dirección a Úbeda y sus interminables cortijos pedregosos a la vera de la indiferencia suspicaz de las orugas desvergonzadas y los gendarmes amenos que patrullan a la pata coja para no hacerse notar demasiado en las llanuras despejadas.
No es que las anotaciones de los escribas sean crípticas, es que son de una claridad concluyente: las abejas laboriosas no dejan de salivar y salivar y salivar. Y es que, por pura maldad, los palurdos huelen mal y es que hoy que es lunes y zurdo y no dejan de llover lentejas impenitentes y cebollas esmeradas en círculos octogonales al socaire de iniciáticos chamanes ricamente engalanados que peroran y hacen gala de grandes ventosidades y alardes innecesarios. No es paciencia ni virtud lo que postulan grandilocuentemente, es simple calma y paciencia, calma, virtud y prudencia y mucha tranquilidad, bondad y mucha bondad chamánica general preliminar.
No es que Coruña se aleje cada vez más de Toledo, es que ya en Almendralejo se presiente aquel lugar y a lo lejos a lo lejos se presagia un tomillar, hay que mirar y observar las minúsculas partículas que abarrotan vastos espacios que albergarían palacios si quisieran los selacios permitir tanta bondad e inocencia. Coruña es mucho Coruña y la maldad es de verdad porque las casualidades no dejan de dar el mal. O no. Siempre queda el consuelo del viento alisio reconfortante que indica la inexorable ruta peregrina coruñesa y venial. O los recovecos de los desvíos por los desatinos de las monjas extraviadas o la incontinencia de las ovejas o el despertar de los benedictinos o lo que quiera que sea que el taxista más errático dirija hacia La Coruña conducirá al gran poeta francoitaliano y amigo a un tremendo embrollo y lío que no se libra ni el Tito ni sé si es pinto o pavo, triple dilema morado en ruta a un pueblo que nombraré en su momento si me viene en gana, hermano, que el capricho es casquivano.
No conviene que ponga fin a tanta racionalidad; antes al contrario, he de organizar el viaje a La Coruña con todo detenimiento, por Segovia y por Escocia, por vía de Almendralejo, rutas de grande andar y andar, caminos que transitar, sueños, gaitas y palmeras que no me han de obsesionar, la vida es sueño y el sueño no me deja descansar.
La hidalguía ennoblece al caminante. Oh circunferencia sana oh celeridad mundana, son los sembrados los que inspiran a los taxistas a elegir rutas a La Coruña que desconciertan al más avezado de los poetas manchegoleoneses. Infinita es la misericordia de los desdichados que se extraviaron y acogieron en su seno saltamontes y limacos, cornejas y salamandras, nubes, cañas y cigarras, escapularios y alarmas. ¡Qué bondad, qué claridad, qué enorme barbaridad! No hay lugar a la maldad.
Hay salmodias y sandías, trufas, almendras y rosas. Yes indeed o yes. yes, yes y ya ves que ves. Lo ves.
Escrito en Tresmenestras de Almenara el día de Reinas de Mañanapornada de los Trebejales, provincia de Intropendencia.
No queríamos dormir, nos queríamos comer el mundo, ida y vuelta de la cama a la alfombra voladora, horas, horas colgados como dos computadoras...Venga a echar carbón en la locomotora...Recorriendo aquel edén de dos metros cuadrados, ...Qué será de aquel colchón tan maltratado...Nos venía a saludar en el balcón la luna llena...Nos bastaba con dejar morir, dejar morir la pena etc etc etc.....( Horas. /Letra y música Jorge Drexler.) Tuviste oportunidad de trabajar en Uruguay en alguna ocasión debido a tu carrera diplomática ?
ResponderEliminarNo he estado en Uruguay ni en Mongolia exterior en mi vida
ResponderEliminar