Lo que me gustaría.


(*) Melitón Cardona.


Me gustaría vivir en un país en el que cuando alguien dice que su manifestación congregó a medio millón de personas no hubiera una medición racional que la cifrara en 17.628 asistentes. Lo anterior me recuerda el acertado exabrupto de Josep Pla (“¡Exacto!”) cuando un famoso científico extranjero afirmó en el Ateneo de Madrid, en los años treinta, que podía fijarse en origen de la Tierra en “unos diez o veinte millones de años”.


También me gustaría vivir en un país en el que la justicia fuera ágil y un litigio se resolviera, de llegar al Supremo, en menos de dos años. Eso por no hablar de las miserias de un tribunal constitucional politizado que tarda tres mil seiscientos cincuenta y tres días en publicar una sentencia sobre un Estatuto de Autonomía que está en vigor, incólume, todo ese tiempo.


Sería agradable vivir en un país en el que los sindicatos tuvieran una tasa de afiliación razonable, muy por encima de nuestro 16 por ciento, y se sustentaran de las cuotas de sus miembros para no tener que depender del poder establecido.


Por la misma razón, también me gustaría que las ONGs -que aseguran no tener ánimo de lucro- se financiaran de las cuotas de sus miembros; y eso por no hablar de nuestros insignes “artistas”, más aplicados a los requisitos de subvención publicados en el BOE que a su dudosa “creatividad”.


Inútil decir que me encantaría que se eliminaran los políticos profesionales mediante el expediente de prohibirles concurrir a una tercera reelección.


Me gustaría, también, vivir en un país en el que un título universitario fuera garantía de solvencia vedado a analfabetos auténticos y funcionales que luego reprochan al “mercado de trabajo” su lógica exclusión.


También me gustaría vivir en un país en el que lo políticamente correcto no socavara principios constitucionales. El socialista Joaquín Leguina lo ha postulado en un reciente artículo:


https://www.periodistadigital.com/politica/opinion/politica-opinion-2/20101001/leguina-mujer-obesa-le-denuncia-llamarla-gorda-o-sebosa-busque-buen-abogado-noticia-689400254520/


Me gustaría vivir en un país en el que la gente normal se atreviera a oponerse activamente a esa dictadura de la modernidad que lo empequeñece, lo limita y lo relega, a fin de cuentas, a una autocomplaciente

irrelevancia.


Como ha señalado recientemente, en un artículo deslumbrante, Valentí Puig, ­“a lo mejor daría transparencia que la sociedad incidiera mucho más en la política y no que la política intentase modelar tanto la sociedad”.  Quiero pensar que, con el tiempo y en la época de la globalización, nuestros más valiosos conciudadanos descubrirán que vivir en el país natal ni es obligatorio ni, a veces, conveniente. Si así es, y así parece, ¡apañados estamos!.


(*) Diplomático.



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