Alardes lingüísticos


Confieso que a mí también me gustaría escribir un artículo en el que incrustara (o incrustase) las siguientes palabrejas: refulgencia, contextualizar, augústea, festinado, buida pluma, frases áureas, contemporaneísta, peraltado interés, patencia, paralaje, nombradía, acribia, languideciente, irrefragable y hodierno.


El problema es que, como le ha ocurrido al autor de una docta tercera de ABC que las incrustó con mayor o menor fortuna, tal vez yo también utilizaría hodierno como sustantivo siendo como es un adjetivo. No hay nada menos original que el afán de resultar original.


En un sencillo programa informático de mi creación, yo también dispongo de un amplio repertorio de palabras inusuales: archiperre, agibílibus, aliarán, almocrebe, anuptofobia, arrevique, benigüigüi, cermeño, cuchichía, decumbente, excusabaraja, husmia, írrito, jispo, laido, lelilí, malcalçádo, nugatorio, nefelibata, pultofagónides, usmia, turalemia, verecuencia, zambucar y hasta 208 más pero, para bien o para mal, no recuerdo haber utilizado más de una de ellas en mis indoctos artículos. Por cierto que ahora me percato de que al pretender fustigar ese afán desmedido de originalidad, he acabado incurriendo yo también en él, de manera que me apresuro a finalizar. ¡Qué le voy a hacer si ese afán se revela tan contagioso como el Covid … o más aún! De manera que mutis por el foro y a otra cosa Marisosa.


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