La necesidad de sensatez


Melitón Cardona


Joaquín Leguina publicó ayer una tervera en ABC titulada "Volver a la sensatez" en la que aseguraba que "la política española está hoy en manos de gente que no ha trabajado en su vida"; por ello y por otras razones cree necesaria una Segunda Transición.


Es difícil estar en desacuerdo con el diagnóstico y la terapéutica que postula, que incluye un cambio en la Ley orgánica de régimen electoral general, algo que vengo propugnando en mis artículos desde hace años, porque considero que la mitad de los males que nos asuelan provienen de la absoluta inanidad de la vigente. Estableciendo un mínimo del 5 por 100 del voto a nivel nacional acabaría la pesadilla de la dependencia de partidos nacionalistas y/o secesionistas. Se diría que los dos grandes partidos estarían interesados en introducir tal norma, pero pese a los años transcurridos y los sacrificios que han tenido que padecer, han sido incapaces de modificar una ley orgánica para lo que siempre han dispuesto de mayoría suficiente. Ese cinco por cien evitaría la presencia del PNV, Bildu y algunos grupúsculos  que representan a fragmentos irrelevantes de la población española.


También sería conveniente introducir una norma que exigiera un mínimo de años de cotización a la Seguridad social para tener derecho al sufragio pasivo. Otra que introdujera penas de prisión para el delito de desobediencia de las autoridades o funcionarios públicos que se negaren abiertamente a dar el debido cumplimiento a resoluciones judiciales, decisiones u órdenes de la autoridad superior, porque hoy sólo incurren en pena de multa de tres a doce meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de seis meses a dos años, a diferencia de los particulares, que sí se arriesgan a penas de prisión.


Yendo más allá, debería reformarse la Ley de Partidos para prohibir aquellos que por su comportamiento o finalidad se propongan afectar o eliminar el ordenamiento constitucional vigente. Una norma similar está contemplada en el artículo 21.2 de la Ley Fundamental de Bonn: "Parteien, die nach ihren Zielen oder nach dem Verhalten ihrer Anhänger darauf ausgehen, die freiheitliche demokratische Grundordnung zu beeinträchtigen oder zu beseitigen oder den Bestand der Bundesrepublik Deutschland zu gefährden, sind verfassungswidrig". (Son inconstitucionales los partidos cuyos objetivos o el comportamiento de sus partidarios estén dirigidos a perjudicar o eliminar el orden básico democrático libre o a poner en peligro la existencia de la República Federal de Alemania).


Yendo aún más allá, yo propondría eliminar la facultad normativa de la comunidades autónomas, reduciéndola a la de mera gestión.


Todo lo anterior arreglaría la mayoría de los problemas que hoy tiene España como estado, pero si se tiene en cuenta que, como ha recordado  Joaquín Leguina, "la política española está hoy en manos de gente que no ha trabajado en su vida", es pensar en lo excusado ya que el divorcio de la clase política con la realidad es más que patente.

Comentarios

  1. Es tan evidente todo lo que sugieres en tu artículo que se hace difícil entender que haya lo que hay...

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  2. Quizá porque ha amanecido nublado hoy soy más pesimista que Melitón. Creo que para que España funcione habría que retroceder a la educación cuanto menos, de los años setenta, donde los niños no eran los reyes de la casa, donde existía una palabra llamada disciplina, donde no se les dejaba opinar hasta que no tuvieran una edad y un criterio, donde los padres y profesores ejercían de padres y profesores y no de colegas.
    Hoy día prima el “ser auténtico”, el actuar conforme a lo que uno siente, es decir a olvidarnos de que somos o podemos ser animales racionales, no sólo lo primero.

    El bipartidismo, ya lo hemos tenido y llegó un momento que hacía sospechar que se tapaban la corrupción el uno al otro, y hasta llegué a sospechar que acordaban la alternancia. Las autonomías, uno de los mayores males de hoy, nacieron gracias al centralismo generalmente despótico de Madrid. Todo debía pasar por Madrid, con lo cual cualquier licencia, permiso, o trámite se hacía eterno y costoso. Si querías medrar, lo mejor era instalarse en Madrid.

    Con todo ello, intento expresar que poco remedio le veo a este desaguisado general que sufrimos si no cambiamos a los ciudadanos, o sea, a los votantes que en muchos aspectos vamos a la cola de Europa y en algún caso de todo el mundo occidental en cosas tan importantes como la educación escolar y a mi parecer la educación general. Nos hemos convertido en un pueblo mayormente inculto, y sin los valores necesarios de respeto, honradez, e incapacidad del más mínimo sacrificio para que por lo menos algo funcione en bien de todos, y de uno mismo.

    Lo dicho, quizá esta exposición que acabo de hacer, sea sólo la consecuencia de un día nublado.

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