La primera dama de la generalidad. Raza superior sin ninguna duda y gusto indumentario exquisito. Això es una dona!
La ominosa dictadura En 1972, dos o tres meses después de domiciliarme en Noruega y cuando ya podía comunicarme mal que bien en su lengua, unos amigos nativos de aquel país me preguntaron de buena fe cuán libre me sentía en el suyo tras haber abandonado la dictadura que regía en el mío. Para su sorpresa, les tuve que contestar que "menos libre que nunca" y traté de explicarles la diferencia que hay entre libertad política y libertad social. Hoy opinan lo mismo intelectuales que en la década de los cincuenta visitaron involuntariamente algunas cárceles españolas, cuyas instalaciones distaban mucho de los confortables balnearios en las que hoy se han convertido. No les negué que en la España de entonces no hubiera libertad que permitiera elegir a los dirigentes políticos, pero afirmé que, a excepción de lo anterior, en España uno podía hacer lo que quisiera sin más restricciones que las derivadas de las reglas elementales de convivencia, de manera que mientras en Oslo sól
Comentarios
Publicar un comentario