Cuba airada

La nueva portavoz del Gobierno se negó ayer por cuatro veces a calificar el régimen político de Cuba como dictadura. Es natural si se considera que las dictaduras son sólo las de derechas y las izquierdas "democracias populares". El nivel de degradación de este gobierno, enfeudado a sus socios comunistas, alcanza un nuevo registro histórico, ya que se necesita ser muy miserable para no apoyar a un pueblo hermano que carece de atención sanitaria, alimentos, energía eléctrica y garantías democráticas, aunque no es de extrañar si se tiene en cuenta el nivel ético de su presidente.

Fui enviado a La Habana en el verano de 1991 como cónsul general con motivo de la famosa visita de don Manuel Fraga a Cuba. Encontré una ciudad en descomposición en la que resultaba imposible intuir su antiguo esplendor. Cuba era en 1959 el tercer país más próspero de América, tras EEUU y Canadá. Hoy sólo está superada en miseria y desolación por Haití. Me llamó mucho la atención que esta situación no afectara a los miembros del partido, porque mientras el cubano de a pie no tenía acceso a determinados productos de primera necesidad, los adictos al Régimen podían acceder a las llamadas diplotiendas y adquirir todo tipo de productos, incluidos los de lujo. De hecho, adquirí una guayabera de Pierre Cardin que aún puedo vestir treinta años después.

Pude comprobar que, como ya había vivido en Mozambique diez años antes, cualquier aficionado capaz de utilizar una caña de pesca sólo tenía que lanzarla al mar para conseguir una captura tras otra; sin embargo, no había ni un solo pescado en los mercados tal vez porque el famoso Plan quinquenal había omitido adquirir anzuelos y nylon, en un ejercicio de imprevisión difícil de superar. En esas condiciones, no me extrañaba que, como en Mozambique, cada vez que iba a pescar me asediaran para pedirme anzuelos, flotadores o carretes de hilo.

En cuanto a la famosa sanidad pública cubana, debo decir que me vi obligado a someterme a un tratamiento odontológico y me percaté de que su nivel de calidad era decimonónico, algo que me resultó sorprendente porque Cuba, tras EEUU y Canadá, fueron pioneros en el progreso de la odontología en el siglo XX.

Para mi sorpresa, dos miembros de Comité Central del Partido comunista cubano me invitaron a almorzar para recabar mi opinión sobre la situación de su país porque “el compañero” (o sea, yo) "no es hostil". Tenían razón, porque nunca he concebido que un diplomático acreditado en un país extranjero deba ser hostil. Tras ser autorizado por mi Embajador -Gumersindo Rico, con el que ya había trabajado en Mauritania años atrás- fui citado en un chalet indistinguible de otros muchos y mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que se trataba de un restaurante camuflado, pero no uno cualquiera, sino uno de los mejores que he tenido ocasión de visitar. Un chef francés nos ofreció un almuerzo delicioso mientras yo señalaba a mis interlocutores que el desmerengamiento (Castro dixit) de la URSS los colocaba en una situación novedosa que, a mi juicio, les exigiría cambios de rumbo radicales. Como era de esperar, el consejo del “compañero no hostil“ cayó en saco roto y hoy, treinta años más tarde, la población cubana ha estallado. Más vale tarde que nunca.

Si España es incapaz de apoyar ese grito de libertad desesperado de un pueblo hermano se confirmará esa irrelevancia en la escena internacional a la que el felón monclovita está condenando a nuestro país.

Comentarios

  1. Que los okupas monclovitas sean unos sectarios no impide que la gente de buena fe gritemos: VIVA CUBA LIBRE!! PATRIA Y VIDA!! LIBERTAD !!

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  2. Tu escrito de hoy, Melitón, es un conmovedor testimonio y una inapelable denuncia de la bellaquería de quienes no osan condenar el horror comunista de Cuba. Sin la eficacia científica del marxismo hubiera sido imposible reducir a la miseria a un país tan extraordinario y avanzado como Cuba, qué así lo era, antes y después de 1898 y hasta 1959. Mérito tiene la canallada que han hecho y hacen.

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