Un PP inane

Cuando la cúpula de un partido político está compuesta por personas que no llegan a la suela de los zapatos de las de sus líderes regionales, tiene el problema de que los primeros piensen, erróneamente, que su auge en las encuestas no sea únicamente el resultado de los despropósitos del partido gubernamental y sí el de sus supuestos méritos. Es justamente lo que le sucede al Partido popular, cuyo trío de dirigentes -Casado, Egea y Cuca Gamarra (!)- son manifiestamente inferiores al que componen Ayuso, Almeida y Álvarez de Toledo, teniendo en cuenta que Feijóo va por libre en su espesa parcela provincial.

Así las cosas, como no es de prever que los dirigentes mediocres den paso a sus brillantes, hoy por hoy, subordinados, España tiene un problema grave: he repetido hasta la sociedad que los países tienen los gobiernos que su oposición se merece y lo que hoy por hoy se merece la nuestra es que  siga siendo sólo eso, oposición, sobre todo si se tiene en cuenta que, si quiere triunfar, ha de contar necesariamente con el apoyo del partido político al que insensatamente denuesta y trata de ningunear en un ejercicio disparatado digno del lanzador de huesos de aceituna que es ese tal García Egea; a saber de dónde lo han sacado a él y a la tal Cuca (!). En contra de semejante dislate, Vox está adoptando una actitud prudente y muy paciente de moderación que podría romper en cualquier momento si no le animara ese objetivo común que la cúpula del PP parece no entender.

Aunque cueste comprender tanto despropósito, conviene recordar que el Partido Popular, en su día y con mayoría absoluta, fue incapaz de derogar las leyes liberticidas que el funesto iluminado de Zapatero promulgó y a partir de ahí ... cualquier cosa cabe esperar de los campeones de esa inane equidistancia centrista que no es ni chicha ni limoná ni sirve pa na.

Ese absurdo afán de equidistancia y moderación del Partido popular actual es exactamente la fórmula infalible para perder las próximas elecciones, si es que los felones socialistas y sus cómplices comunistas y separatistas permiten que se celebren, lo que está por ver. De ahí que la conducta de su brillante retaguardia se antoje hoy decisiva aunque, por desgracia, improbable.