Diada de éxito

He tenido el gusto de contemplar en TV3 la cobertura de la celebración de la diada catalana. Digo el gusto porque es reconfortante ver cómo se convierte un fracaso clamoroso en un éxito indiscutible y siempre es interesante contemplar ejercicios de idiocia extrema. Particularmente revelador fue ver a tres condenados por hechos delictivos y posteriormente indultados reivindicando sus fechorías con una ingratitud que no deja en buen lugar al felón de la Moncloa.

Las entidades convocantes mencionaron una cifra de 300.000 asistentes, posteriormente elevada a 400.000 y creciendo, cifra que la guardia urbana ha rebajado a 108.000, lo que seguramente signifique que han acudido 70 u 80.000 personas; como Cataluña tiene siete millones y medio de habitantes, la asistencia del 1 % de la población sin duda constituye un éxito notable porque no hay realidad capaz de estropear las ensoñaciones independentistas, ni la fuga masiva de empresas, ni la catastrófica gestión de la pandemia, ni el despropósito de tener la mayor presión fiscal de España, ni la renuncia de obispos casquivanos, ni el repudio desdeñoso de los países de la Unión Europea, ni el declive económico, ni el clamoroso ridículo de la efímera declaración universal unilateral de independencia de hace cuatro años.

Cabe el prever que el movimiento independentista catalán acabe muriendo de muerte natural a medida que sus grandes éxitos de convocatoria terminen desanimando a esa minoría fanática bien retribuida que lo encabeza; y es que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible como sabiamente sentenció el maestro Rafael Guerra "Guerrita".