El incierto porvenir de Europa

Aunque el porvenir de Europa se antoja problemático por muchas razones de diversa índole, entiendo que la más preocupante es de orden demográfico: la población islámica asentada insensatamente en Europa tiene una tasa de reproducción muy superior a la de los europeos de origen y, pese a ello, son muy pocos los gobiernos de los países de la Unión que parezcan ser conscientes de esa bomba de relojería; para colmo, los que advierten del peligro, básicamente los países del Grupo de Visegrad, son denostados y vituperados por no allanarse a los mantras buenistas de un multiculturalismo tan suicida como inviable.

Por lo anterior, cobra gran importancia la próxima elección presidencial francesa; si Éric Zémmour fuera elegido presidente de la República, esa deriva suicida europea cesaría inmediatamente: tal vez por eso, se ha convertido en el personaje a abatir, denostar y empequeñecer, acusándole de un ultraderechismo imaginario que más bien evoca el mejor de los gaullismos. Ignoro si al día de hoy ha formalizado su candidatura, pero las encuestas le auguran ya un 35 de voto, el mismo porcentaje que a Marine le Pen, lo que significa que, en una más que probable segunda vuelta, el triunfo de un candidato de la derecha francesa sería abrumador.

La vuelta a la Europa de las patrias del Atlántico a los Urales que propugnó el general De Gaulle ha recibido recientemente el apoyo del presidente de la Duma estatal rusa, Sergei Naryshkin, quien afirmó que la idea del político francés era importante para su seguridad y no tenía alternativa. Convendría que esto fuera tomado en cuenta por algunos de los politiquillos europeos que están conduciendo a la Unión a un oscuro callejón sin salida, aunque mucho me temo que no será el caso.