Mi pesimismo


El otro día un amigo me comentó que mi visión de la actualidad política española es pesimista en exceso y puede que así sea, pero no lo creo porque parte de la base de lo que está sucediendo es fruto del proyecto criminal de un partido político, el PSOE que, sin prisa ni pausa, ha recuperado las pulsiones antidemocráticas que ya exhibió durante la segunda república con la agravante añadida de apoyarse en un partido comunista de los que ya no pintan nada en el resto de los países europeos.


La trayectoria del proyecto es lenta y por eso puede llevar a engaño, pero es firme en su estrategia de implantarlo paso a paso; consiste en romper con la Transición en tanto en cuanto significó la continuidad del régimen autoritario anterior mediante su transformación en monarquía parlamentaria. De ahí que el primer objetivo a batir sea la institución monárquica, cada vez más irrelevante, reducida a funciones ceremoniales y a complicidades no por tácitas o inconfesables menos significativas.


El segundo objetivo consiste en neutralizar el poder judicial, tarea en la que el PSOE viene empeñándose desde 1985 cuando decretó el fallecimiento de Montesquieu con éxito parcial pero significativo.


El tercer objetivo consiste en ir suprimiendo los espacios de libertad que aún quedan mediante un intervencionismo cada vez más acusado que tiene por objeto conformar una sociedad sumisa por dependiente. Se ataca la libertad de empresa, la de elección de las familias y en general las más nimias del ciudadano común mediante normas prohibitivas que van desde la posibilidad de fumar al aire libre hasta la de poder adquirir animales domésticos sin un cursillo previo, la de alquilar o no propiedades legítimamente adquiridas o la de no ver expropiar sin indemnización beneficios de empresas estratégicas.


El cuarto objetivo es alterar el relato del pasado para que el mártir de antaño se convierta en el asesino de hogaño y el asesino de entonces en mártir de hoy, un expediente que trasladado al presente sienta un precedente peligrosísimo. Lo explicó Orwell con claridad.


El quinto objetivo primordial consiste en degradar la calidad de la enseñanza para equiparar mérito y demérito, brillantez y burricie, diligencia y vagancia para ir creando una sociedad cada vez más ignorante, manipulable y dependiente. Pienso que ésta es la tarea que con mayor entusiasmo emprendió el PSOE ya en los tiempos remotos de Maravall.


En 2018, la deuda pública del 97,50 % del PIB. Hoy representa el 122 por ciento, un 25 % más y hay que temer que siga incrementándose.


Por último, nunca desde 1808 la unidad de la Nación se ha visto amenazada como lo está hoy, ni siquiera en tiempos de la segunda república, sin que quepa esperar de socialistas y comunistas una defensa firme de la misma, sino más bien lo contrario.


Volviendo, pues, al supuesto pesimismo que mi amigo me ha reprochado, creo que acabará conviniendo conmigo que más bien se trata del realismo de quien ve una constelación de indicios criminales a los que una sociedad cada vez más víctima de un relativo bienestar anestésico y de un alarmante relativismo moral es incapaz de querer ponerle freno.


Dicho lo anterior, ojalá  me equivoque yo y tenga razón mi amigo quien, con la mejor de las intenciones, me considera excesivamente pesimista. Sólo el tiempo dirá quién estuvo en lo cierto. 

Comentarios

  1. Desgraciadamente, tu pesimismo está plenamente justificado y es, en realidad,realismo asentado en un análisis objetivo y valiente de la gravísima situación que España atraviesa. Gracias por decirlo así de claro.

    ResponderEliminar
  2. Pues si el q no vea todas las alarmas en rojo no moverá un dedo para evitarlo
    Por mi parte haré lo q pueda a través del voto y d los medios q AUN me permita la Ley

    ResponderEliminar
  3. Escribir sobre la realidad no es ser pesimista ante cuanto sucede. La deriva, cual apisonadora en su lentitud pero tendiendo a apisonar el pasado y hacer un nuevo presente equivalente a una república funesta, no por su esencia sino por quienes usurparon el poder,.
    No sólo se persigue amilanar el poder judicial, parte del cual deja mucho que desear porque forma parte, valga la redundancia, sino que se está anulando la jefatura del estado, a cuyo titular no se deja sólo ni a sol ni a sombra.
    Y se niegan al Rey Juan Carlos sus derechos constitucionales (nunca debió marcharse, que el problema que tenemos es que no se planta cara ni se sale a la calle).
    Mientras que no haya una mayoría susceptible de suceder a los actuales, y establecer lo conveniente a seguir por la senda de lo que consiguió la transición ...

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog