El impuesto plano o de tipo único (flat tax)


Un impuesto plano o de tipo único es un sistema de tributación que grava con la misma tasa los ingresos obtenidos durante un año. En Estados Unidos se aplica en ocho estados. Como todos los sistemas, tiene ventajas e inconvenientes, partidarios y detractores. Su principal ventaja consiste en eliminar la presentación de declaraciones farragosas que más de la mitad de los contribuyentes tienen que encomendar a un asesor fiscal y en ahorrar los costes de un sistema de control (inspección de Hacienda) cada vez más elevados. Con un sistema fiscal simplificado como el del impuesto único, habría menos requisitos burocráticos para revisar las declaraciones de impuestos presentadas con el consiguiente ahorro en costes de funcionariado.


Por otra parte, elimina los impuestos complementarios que el gobierno necesita para sus operaciones. Hoy hay impuestos sobre el patrimonio, sobre las ganancias de capital, sobre los incrementos patrimoniales, sobre las sucesiones y donaciones etc. En un sistema de impuesto único, sólo las rentas del trabajo están sujetas al impuesto, lo que significa que los dividendos, los intereses y otras formas de generación de riqueza no se someten a tributación. Además, es sabido que cuanto más reducidos son los tipos impositivos menos atractivo resulta el fraude fiscal por una simple consideración de coste/beneficio. A este respecto conviene recordar la famosa Currva de Laffer.


El impuesto de tipo único también puede fomentar el crecimiento económico. Uno de los principales argumentos contra un sistema fiscal progresivo es que penaliza a las personas por obtener más ingresos. Si alcanzas el tramo impositivo más alto significa que no te compensa el esfuerzo; en Escandinavia son muchos los profesionales que dejan de trabajar en un determinado momento del año fiscal porque el rendimiento de tu trabajo se devalúa. Al pasar a un tipo impositivo único, la gente se ve animada a trabajar más para poder ahorrar más dinero, lo que aumentar los ingresos generales, proporciona estabilidad económica e incluso puede atraer inversiones empresariales. Una mayor riqueza conlleva una mayor capacidad de inversión. Al fomentar los incentivos para obtener ingresos a través de intereses y dividendos, se anima a las personas con medios a crear nuevas oportunidades que amplíen estas fuentes de ingresos.


Con el sistema actual impositivo estadounidense, las normas que rigen el proceso tienen más de 70.000 páginas, lo que dificulta el cumplimiento de las leyes por parte de la gente, incluso si ese es su propósito. El impuesto único posiblemente animaría a que más fondos de paraísos fiscales volvieran a la economía nacional debido al tipo impositivo potencialmente más bajo que se les aplicaría. Ambas opciones fomentan un mejor cumplimiento, lo que, en última instancia, significa más ingresos a disposición del Gobierno.


En Hungría, se sustituyó un sistema fiscal progresivo con tipos que iban del 17% al 32% por un impuesto plano del 16% sobre la renta y un aumento del 2% en el impuesto sobre las ventas. En el primer año de este cambio, los ingresos fiscales totales recibidos por el gobierno aumentaron más del 7%. Gran parte del aumento de los ingresos se debió al incremento del consumo. En 2015, los ingresos totales del gobierno fueron casi un 24% más altos que el último año antes del impuesto plano.


En nuestra ominosa dictadura (!) se pagaba un 14 % de los rendimientos del trabajo personal y, mire usted por dónde, había superávit presupuestario.

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