La censura como higiene mental


Hace algún tiempo si inició la tarea de desmantelar la civilización occidental mediante el cuestionamiento sistemático del imponente legado cultural que la posibilitó. Así, la "universidad" (!) de Northampton ha decidido advertir a sus estudiantes del peligro del "1984" de George Orwell por tratarse de "un libro ofensivo y perturbador para la corrección política".

De un tiempo a esta parte, a universidades, partidos políticos y ministerios de la reconstrucción de la verdad les ha dado por protagonizar ellos mismos, hasta las últimas consecuencias, algunos pasajes más o menos literarios de las obras más distópicas, lo que da que pensar.

A los anuncios de sospecha de la Universidad de Salford sobre "Jane Eyre" de Charlotte Brontë y "Grandes esperanzas" de Charles Dickens (!), hay que sumar ahora la chusca advertencia de la "Universidad" de Northampton.

El parlamentario británico Andrew Bridgen ha señalado la ironía de que "a los estudiantes ahora se les administren advertencias antes de leer '1984'" y ha declarado que las universidades se están convirtiendo rápidamente ellas mismas en zonas distópicas del Gran Hermano en las que se practica la neolengua ("newspeak) para degradar el pensamiento intelectual y descalificar a quienes no se ajustan a la corrección política como deberían.

Alguien ha señalado, con acierto, que el drama del relato orwelliano, como el de nuestra vida, consiste en dejarnos arrastrar a un ideal abstracto encarnado en un sistema fabricado por un poder político o religioso que nos asegure la cura de heridas pasadas o la restitución de ofensas recibidas mediante la cancelación o el olvido opiáceo de una parte de la propia humanidad y de nuestra propia historia.

El paso siguiente en este empeño totalitario será la construcción de una enorme hoguera en la que arderán, como en otros tiempos, libros considerados políticamente incorrectos entre los que no faltarán algunos de Shakespeare (Otelo, por ejemplo, por negro y celoso), Tom Jones de Henry Fielding, Madame Bovary de Flaubert y, por supuesto, todos los de Louis-Ferdinand Céline por la maldad de su autor que no por su brillantísima prosa. Más adelante, arderán las obras clásicas del pensamiento grecorromano, "El Príncipe" de Maquiavelo y tantas otras obras que en su día enriquecieron el patrimonio cultural occidental. Antaño, ese fenómeno aberrante era conocido como censura: hoy como higiene mental.

Me alegra tener la edad que tengo porque me ahorrará padecer lo que, poco a poco pero incansablemente, van cocinando seres tan ignorantes como despreciables.

Comentarios

  1. Ni en las más virulentas infecciones se puede subestimar la capacidad inmunológica del individuo ... ¡Salud!

    ResponderEliminar
  2. Hay muchos autores españoles que han sido defenestrados y nos se les da a conocer en los estudios escolares; es otra hoguera sin fuego.

    ResponderEliminar
  3. Y luego hay que aguantar que en programas de TV, como saber y ganar, por ejemplo, digan que a nuestra generación en los colegios no nos hablaban de autores como Miguel Hernández, Machado, Alberti... todo mentira. me eduqué en un colegio de monjas, Carmelitas de Vedruna, nací en el año 1960, entré al colegio con 3 años y salí con 17. Jamás se censuró ni a un autor, ni una etapa histórica, ni una corriente filosófica. A ver si los estudiantes de ahora, de cualquier nivel pueden decir eso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tiene usted toda la razón! Yo tb soy de esa quinta y nunca me fue hurtado el conocimiento. Que nos expliquen, más tarde, cómo autores como Pemán por ejemplo, ha desaparecido. Y así, todo.

      Eliminar
  4. Cierto q hay una capacidad desconocida en un número tb desconocido de individuos con inmunología ! Pero es una cualidad q creo hay q educar y eso, ahora, es una tarea ingloria, aunque nunca llovió que no escampara...pero sin duda quedan daños después de cada desastre🙏💐😘

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog