¿Situación prerrevolucionaria?


El pensador político español más relevante de nuestro tiempo, don Dalmacio Negro, considera que España está hoy en situación prerrevolucionaria.


En varias ocasiones he tratado de explicarlo en diferentes artículos, señalando la agravante que consiste en que semejante aberración democrática se esté llevando a cabo sin que la sociedad parezca percatarse del peligro que esto representa; básicamente porque los partidos políticos que podrían y deberían denunciarla sin cesar y empeñarse en evitarla se dedican a politiquerías mezquinas como si no les preocupara que a lo prerrevolucionario se le pueda caer el prefijo, algo que puede suceder en cualquier momento y que de hecho se revelaría irreversible.


El personaje abyecto que preside el Gobierno de España es incompetente para gestionar con solvencia las importantes tareas que tiene encomendadas (su previsión del importe del PIB sólo ha errado en 54.000 millones de euros, nueve billones de pesetas), pero es un maniobrero hábil que, paso a paso, sin prisa ni pausa, va socavando los cimientos de un proyecto democrático imperfecto pero infinitamente mejor que que el que tiene en mente Pedro Sánchez, que no es otro que poner fin al régimen surgido de la Transición para sustituirlo por una especie de república multinacional con el apoyo de separatistas, comunistas y epígonos del terrorismo, por supuesto con Él a la cabeza como presidente con un mandato de al menos siete años.


Si el lector piensa que exagero o deliro, le sugiero que constate que no hay institución que no haya conseguido degradar el felón de La Moncloa en un espacio de tiempo limitado: un Rey de España desterrado de facto y otro incomprensiblemente domesticado y ninguneado, una Fiscal general del Estado partidista y sectaria, un poder judicial crecientemente deslegitimado, una Abogacía del Estado reducida a un servilismo humillante y sin precedentes, semianalfabetos ocupando carteras ministeriales, instituciones públicas como el Centro de Investigaciones Sociológicas convertidas en instrumentos potenciadores de los intereses del Gobierno, una absoluta falta de transparencia, un desprecio a las labores de control del Parlamento, un cuestionamiento sistemático de la labor del Banco de España y demás villanías antidemocráticas confirman mi tesis pesimista, que no tendría mayor trascendencia si no estuviera avalada por el más importante pensador político español del último siglo.

Comentarios

  1. Todo eso ya viene diciéndolo hace tiempo mi marido y lo creemos porque lo vemos. El problema es que nosotros ya estamos en edad de vuelta al polvo y nuestros descendientes tienen en general una vida fácil. Las nuevas generaciones tienden a probar lo desconocido. Solo políticos con conciencia pueden y deben parar esto... Y dónde están? Y una sociedad despierta que no se deje adocenar. Contra nuestro pesimismo aparecerá un mesìas?

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  2. UNOS POR ACCIÓN Y OTROS POR OMISIÓN...

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  3. Comulgo con lo de la "vida fácil de hijos", que ha escrito Anagun, pero lo trascendental es la omisión más flagrante de la oposición y su división, lo que nada bueno augura, sobre todo porque PP no evidencia quien vale y debe encabezarlo.

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