Sobre el COVID

El gobierno del Reino Unido admite ahora que las vacunas han dañado el sistema inmunitario natural de quienes han recibido la doble dosis y que una vez que se haya recibido, nunca más se podrá adquirir inmunidad natural completa a las variantes de Covid, o posiblemente a cualquier otro virus. En su "Informe de vigilancia de la vacuna COVID-19" de la semana 42 ("COVID-19 Vaccine Surveillance Report Week 42") [*], el Departamento de Salud del Reino Unido admite en la página 23 que "los niveles de anticuerpos N parecen ser más bajos en las personas que se infectan después de dos dosis de vacunación". Continúa diciendo que esta caída de anticuerpos es esencialmente permanente. Sabemos que las vacunas no previenen la infección o la transmisión del virus (de hecho, el informe en otra parte muestra que los adultos vacunados ahora tienen muchas más probabilidades de infectarse que los no vacunados). Los británicos descubren ahora que la vacuna interfiere con la capacidad del cuerpo para producir anticuerpos después de la infección. En particular, las personas vacunadas no parecen formar anticuerpos contra la proteína de la nucleocápside, la envoltura del virus, que es una parte crucial de la respuesta en las personas no vacunadas. A largo plazo, los vacunados son mucho más susceptibles a cualquier mutación en la proteína espiga, incluso si ya se han infectado y curado una o más veces. Los no vacunados, por otro lado, obtendrán una inmunidad duradera, si no permanente, a todas las cepas del supuesto virus después de haber sido infectados naturalmente con él incluso una vez. Las compañías de seguros están alarmadas ante un posible enorme ola de reclamaciones se avecina. Anthony Fauci, médico estadounidense especializado en inmunología y director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID) desde 1984, confirma que la prueba PCR no puede detectar virus vivos y que ni la prueba de antígenos ni la prueba PCR nos pueden decir si alguien es contagioso o no, lo que invalida todos los fundamentos de la llamada pandemia.

En relación con lo anterior, conviene mencionar el tema vidrioso de las mascarillas. Lo ha examinado en detalle Fernando del Pino Calvo-Sotelo en su interesantísimo blog https://www.fpcs.es/. "El caso de Suecia es elocuente: a pesar de no sufrir durante la mayor parte de la epidemia ni confinamientos, ni toques de queda, ni limitación de comensales, ni obligatoriedad de mascarillas, es decir, sin arruinar vidas y negocios ni dejar a la población mentalmente tocada, ha tenido menos muertos por millón que España, Portugal, Francia, Reino Unido o Italia. La región de Estocolmo ha tenido la mitad de muertos por millón de habitantes que la Comunidad de Madrid ... El primer ensayo controlado aleatorizado (nivel 1 de fiabilidad científica) sobre la eficacia real de las mascarillas quirúrgicas frente al covid, realizado en Dinamarca, concluyó que su protección era estadísticamente insignificante. Por otro lado, en EEUU no ha habido diferencia alguna en el nivel de contagios entre los estados que han obligado a utilizar mascarillas y aquellos que han respetado la libertad de sus ciudadanos. La imposición de las mascarillas tiene distintas causas, ninguna científica. En Reino Unido cincuenta psicólogos denunciaron la intencionalidad de las tácticas de terror utilizadas para lograr que la población aceptara restricciones inimaginables a sus libertades. Entre ellas estaba la imposición de mascarillas, "un potente símbolo de peligro" que mantenía a la población en constante estado de miedo. Las mascarillas también han sido la herramienta idónea para trasladar al ciudadano la responsabilidad de la epidemia (inicialmente centrada, como recordarán, en la ineptitud de las autoridades) de modo que si el virus seguía circulando era por culpa de quienes no cumplían las normas. Asimismo, las mascarillas han cumplido la función de crear en el ciudadano una ilusión de control ("está en mi mano hacer algo") haciéndole creer ingenuamente que el cumplimiento de las normas le garantizaba la salud, a pesar de la evidencia. No ofrecían seguridad, sino sensación de seguridad. La imposición de mascarillas ha tenido un significado más profundo, pues ha supuesto un paso más en el proceso de sumisión del ciudadano al poder político. El fascismo sanitario que hemos sufrido (cuyo mayor exponente en España ha sido el gobierno de Galicia) es un aviso del nuevo totalitarismo hacia el que nos dirigen, plagado de prohibiciones basadas en mentiras y en el que no existe libertad, sino uniformidad mediática y censura "por nuestro bien". Esta sumisión ha sido especialmente humillante cuando la población aceptaba normas contrarias a la lógica, como llevar mascarillas por la playa, el campo o una calle solitaria. También ha demostrado que el poder no necesita de una omnipresente presencia policial: como con la Stasi, colaboracionistas que no van uniformados han sido los encargados de vigilar y amonestar a quienes osaban resistirse ... La respuesta de las autoridades a la epidemia ha sido un alucinante experimento totalitario de restricción de derechos y libertades basado en tres imposiciones: confinamientos, mascarillas y vacunas. Contrariamente a lo defendido por el contubernio político-mediático-farmacéutico, ninguna de las tres medidas ha resultado particularmente eficaz. Todas, sin embargo, han provocado consecuencias no deseadas ... los yonquis del poder han aprendido que si logran asustarnos lo suficiente seremos capaces de aceptar cualquier yugo. Por ello, si llega el nuevo totalitarismo ya no podremos culpar a los tiranos, sino a la sociedad enferma, sumisa y medrosa que hemos creado que los recibirá como salvadores, con los brazos abiertos".

[*] Puede verse o descargarse en: https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/1027511/Vaccine-surveillance-report-week-42.pdf

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