Asco


"No tenía nunca criterio fijo. Hacía lo que la mayoría de energúmenos de la época querían, por más absurdo que fuere. No corregía nada, iba simplemente a remolque. Y a esto le llaman un estadista".


Al contemplar ayer parte del debate sobre el estado de la Nación, viendo a ese despreciable y falaz Sánchez sacar pecho de sus múltiples desaguisados entre las aclamaciones obscenas de sus diputados, me vino a la cabeza la anterior descripción del tan celebrado Azaña debida a la pluma de José Pla.


No me siento capaz de describir cabalmente, ni tan solo por aproximación, el asco que experimento cuando hago el esfuerzo consistente en contemplar la actualidad política y, sobre todo, a sus miserables protagonistas. Sé a ciencia cierta que se trata de una cuadrilla de mediocres que deben sus inesperadas sinecuras a la voluntad de un líder mendaz muy poco de fiar. Sé que su altura moral es equiparable a la de las prostitutas, con la diferencia de que están dispuestos a vender con gusto su alma, algo que las prostitutas se guardan siempre de hacer. Lo que más desánimo me produce es la terrible sensación de que quienes deberían poner coto decididamente a tanta miseria moral son de la misma calaña.


Ayer, el felón que preside los destinos de este país prometió un gratis parcial que muchos imbéciles le agradecerán sin caer en la cuenta que que las cosas tienen un precio que alguien acaba pagando. También anunció determinados impuestos a compañías eléctricas y entidades bancarias cuyo importe máximo apenas cubrirá un par de meses de déficit presupuestario, acabará pagando doblemente el ciudadano al que le repercutirán su importe porque, además, verá mermadas sus inversiones en valores bursátiles de las compañías y entidades paganas. Hablar Sánchez y desplomarse determinados valores bursátiles es todo uno porque habla para que una serie de delincuentes le apoyen con sus votos en lugar de apoyar él a quienes producen riqueza.


Se avecinan tiempos muy difíciles y la terapéutica que aplicará el gobierno socialcomunista no sólo los paliarán sino que, con toda certeza, los agravarán, hasta que un estallido popular o el de sus apoyos electorales, hartos de mentiras, acaben con la pesadilla de un político no menos nefasto que el celebrado Azaña.

Comentarios

  1. Ni quien predica ni quienes escuchan saben lo que son beneficios extraordinarios, los que, desde luego, se repercutirán.
    Lo grave es que se sigue soportando todo y nadie levanta la voz seriamente.
    Y las centrales sindicales, en lugar de manifestarse en pro de la subida de emolumentos, porque no rodean la Moncloa y piden reducción de gastos del estado, comunidades, diputaciones, ayuntamientos y ad lateres de cada uno de ellos, y acción de gobierno en pro de la estabilidad de precios?

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog