Plebeyez


Hay plebeyos sin más y plebeyos plebeyos. Los primeros son los que describe la segunda acepción del término en el DRAE, "persona que no es noble ni hidalga"; los segundos son los que, además, añaden a su condición la cuarta acepción del término. Inútil decir que la mayoría de los mortales somos plebeyos, pero muchos tenemos a gala no ser doblemente plebeyos, o sea, "bastos, ordinarios y masificados".


He confesado en este blog en varias ocasiones que no soy católico practicante, pero eso no me impide santiguarme en lugar sagrado por respeto al lugar y a mis conciudadanos los fieles practicantes. No es el caso de la esposa del Rey de España, que en su día se cuidó mucho de ponerse un velo en la Gran Mezquita de Casablanca pero no en la Catedral De Santiago, en la que además, y a diferencia de su marido y sus hijas, volvió a tener el gesto ostensible y villano de no persignarse.


Como ha señalado Rafael Nieto en "El correo de España", "Ser Reina de España es un privilegio y un honor tan elevado que no debería recaer en cualquiera. Especialmente si quien lleva la corona no cree en Dios, no cree en España y tampoco cree en la monarquía."


Hace muchos años escribí en el "Diario de Mallorca" que me parecía muy bien que el entonces Príncipe de Asturias contrajera matrimonio con quien considerara oportuno ... siempre que renunciara al orden de sucesión a la Corona. No hay que olvidar que el punto cuarto del artículo 57 de la Constitución española establece que "aquellas personas que teniendo derecho a la sucesión en el trono contrajeren matrimonio contra la expresa prohibición del Rey y de las Cortes Generales, quedarán excluidas en la sucesión a la Corona por sí y sus descendientes". Al hoy Rey de España no le fue prohibido contraer matrimonio con la señora divorciada que hoy es su consorte, de manera que nada puede reprochársele legalmente.


Termino volviendo a citar al autor del artículo antes mencionado, que, por cierto, es el único que he podido leer sobre el tema: "Que Doña Letizia crea en Dios o no crea más que en los zapatos de Manolo Blahnik, es algo absolutamente irrelevante para el mundo. Esto debería saberlo la reina de España. Lo único que se espera de ella, y más aún en un día tan señalado como el 25 de julio, es que cumpla su papel institucional, no genere escándalo ni polémica, y se comporte con exquisita  corrección y profesionalidad. Es por eso por lo que una presentadora de telediarios puede llegar a ser reina: porque se supone que se sabe comportar como tal. Bien, ya hemos visto que ni siquiera".

Comentarios

  1. O lo que es lo mismo, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. No sñolo hay que serlo, sino que, por lo menos, hay que parecerlo.

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