Multiculturalismo


Hace varias semanas solicité cita para renovar mi documento nacional de identidad y fui citado para hoy once de agosto a las 12,36 horas, ni un minuto más ni uno menos. Pues bien, esta mañana he llegado a la comisaría a las doce y media y he sido atendido a las 13,26 exactamente. De los dieciséis puestos, apenas cuatro estaban operativos, lo que explica el retraso; lo que no explica es por qué dan cita a una hora tan precisa como las 12,36. Menos mal que será mi última experiencia de este tipo porque mi carnet expirará en 9999, fecha en la que sin duda ya no estaré en este mundo.


Me ha llamado mucho la atención la composición de numeroso público que esperaba su turno para ser atendido. Teniendo en cuenta que para poder obtener tanto el DNI como el pasaporte hay que ostentar la nacionalidad española, me ha sorprendido la cantidad negros, negras, mulatos, mulatas, pakistaníes, chinos, chinas, coreanos, coreanas, moros y moras que esperaban pacientemente que les llegara su turno. He calculado que españoles de origen no debía haber más de una cuarta parte.


También me ha llamado mucho la atención la pobreza de un vestuario inadecuado plagado de chanclas, shorts y blusas de las que dejan el ombligo al descubierto, prendas que deben ser muy del gusto de la chusma multicultural que abarrotaba la comisaría. No hace mucho, vi en un canal deportivo de televisión un partido de fútbol que se celebró en el Estado Santiago Bernabéu en 1960; las mujeres iban pulcramente vestidas y la inmensa mayoría de los hombres llevaban chaqueta, camisa, corbata y muchos incluso sombrero. Debían ser atuendos obligatorios en la ominosa dictadura que nos sojuzgó cruelmente. Hoy no es así y de ahí que vivamos en el paraíso multicultural de una chusma de horteras.


    Hay una manera infalible de liquidar a un pueblo que consiste en diluirlo en una sociedad multicultural.

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