Un insólito apoyo a Irene Montero


Tras la polémica sobre sus opiniones aberrantes sobre la sexualidad de los menores, Irene Montero ha asegurado que no piensa a dimitir, añadiendo que "a estos fascistas se les para con derechos (!) ". La todavía ministra de Igualdad ha cargado contra las "mentiras" vertidas desde su intervención en la Comisión de Igualdad hace una semana. Al PP le ha dicho: "Les pediría que dejen de mentir, pero sería tan difícil como pedirles que dejen de robar".


La reacción de la marquesa de Galapagar no es sorprendente. Sí lo es el hecho de que el secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, arzobispo de Valladolid, haya afirmado que "respecto a las declaraciones de la ministra de Igualdad, quiero ser comprensivo con ella, porque yo también salgo a la prensa y veo cómo se interpretan algunas respuestas. No creo que defendiera que los niños pueden mantener relaciones sexuales (!). En ese sentido, a veces, uno, cuando responde dice una frase pequeña en un argumento global y es la frase pequeña la que se ve. El foco desenfoca. Yo francamente, no creo que la ministra de Igualdad defendiera en esas declaraciones que los niños puedan mantener relaciones sexuales".


En otras circunstancias, las declaraciones del arzobispo de Valladolid hubieran causado un justificado escándalo, pero si se tienen en cuenta las salidas de pata de banco del papapampero de Roma, no me cabe duda de que pasarán más o menos desapercibidas, aunque el hecho es que se trata de declaraciones escandalosas. La hemeroteca no miente y las declaraciones de la cajera y marquesa son las que fueron, a saber, una clara incitación a la pederastia.


Si fuera creyente, mi grado de indignación sería inimaginable; no siéndolo, pero siendo católico, dicho grado no es menor, porque cuando un arzobispo pretende justificar un delito tan execrable como la pederastia algo huele a podrido en el Reino de ... España.


PS. Como antiguo alumno de los padres jesuitas, no se me escapa que el Arzobispo justificará su lamentable actuación en base a que el mal producido es en interés de un bien mayor, seguramente conectado con el sustento material de la Iglesia.

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