Fin de trayecto


Empiezan a proliferar los artículos de prensa y grabaciones en los que sus autores muestran su extrañeza ante la pasividad de Su Majestad el Rey ante el gravísimo asalto al sistema constitucional que va a llevando a cabo paulatinamente el psicópata que desgobierna y arruina España. Yo mismo publiqué hace unos días un artículo en El Debate y me sorprendió mucho el elevado número de personas que mostró su conformidad con mi texto y el hecho de que ni una sola discrepara.


Hay quienes piensan que el monarca mantiene una actitud prudente y que se atiene a la legalidad constitucional; yo no opino así, porque creo que no está ejerciendo la importante labor arbitral y moderadora que le confiere el artículo 56 del texto constitucional, con el peligro de que, al hacerlo, vaya extendiéndose la idea de que si la monarquía es únicamente decorativa, es también por ello prescindible.


Creo que si el Rey convocara al presidente del gobierno y éste se encontrará con la cúpula militar en la antesala guardando turno, el psicópata saldría de La Zarzuela convertido en adalid del "normal funcionamiento de las instituciones". Son muchos los despropósitos que ha llevado a cabo el felón instalado en La Moncloa, hasta ahora impunemente, pero su propósito de despenalizar el delito de sedición y desvirtuar el de malversación, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid para reformar a través de enmiendas el sistema de nombramiento del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial ha traspasado un límite que debería penalizarle porque afecta a la subsistencia del Estado de derecho, algo que el Rey no puede ni debe tolerar porque, de lo contrario, el felón continuará con su proyecto de demolición; a menos que el Rey de España se avenga a servir de pretexto decorativo a un proyecto destructivo. Hoy se ha consumado la fechoría y hasta el momento sólo he escuchado una impecable declaración institucional de Santiago Abascal.


Como el asalto al poder judicial se ha hecho vía enmiendas añadidas a una reforma de determinados artículos del Código penal, no me cabe duda alguna sobre su inconstitucionalidad: es doctrina constante del Tribunal Constitucional que las enmiendas a un texto legal deben guardar relación con la norma principal, lo que no es el caso.


En todo caso, entiendo que hoy se ha producido lo que la ciencia política denomina quebrantamiento constitucional, a saber, el hecho de violentarla sin derogar su vigencia. Por lo anterior, entiendo que la tan celebrada aventura constitucional de 1978 ha llegado a su fin y quienes creen que una eventual victoria electoral del centroderecha le pondrá remedio están profundamente equivocados. La aventura ha fracasado y se necesitará una rectificación del proyecto político fracasado que no podrá llevarse a cabo si quienes lo propugnan están dispuestos a componendas y  trapisondas de corto alcance de las que nos tienen acostumbrados. Ha llegado la hora de la verdad y confieso que soy profundamente pesimista.

Comentarios

  1. Al Rey no le deja salir su señora, a la cual se le ha encargado la presentación de ella, de la heredera al trono y de la institución monáqrquica como un mero objeto decorativo. Creo que todo estaba escrito hace mucho tiempo y nos la hemos dejado colar

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  2. Normalmente los gobiernos hacen promesas en los programas electorales que no cumplen, la mayor parte de las veces debido a problemas técnicos, o cálculos fallidos, que lo impiden. Pero cuando se hacen afirmaciones tajantes como las que hizo Pedro Sánchez no cabe otra interpretación de que nos hallamos ante mentiras empañadas de intención y por tanto absolutamente dolosas. El otro día, en una tertulia de una cadena de tv le preguntaron al exfiscal Gordillo si eso se puede considerar prevaricación. Él no lo dudó. Yo tampoco. Por ello pienso que, previo a cualquier medida de salvaguarda de la Constitución, los partidos de la oposición deberían interponer una querella criminal contra el presidente y todos aquellos diputados, con nombres y apellidos, que asintieron a su mendacidad. Porque, como ocurre con los militares, la obediencia debida tiene su excepción en la defensa del interés público o seguridad nacional. Al Rey no se le puede exigir actuar, como jefe de las fuerzas armadas, hasta que no se inicie flagrantemente la desintegración territorial del Estado contraviniendo la norma constitucional. Porque, de lo contrario la chusma, inteligentemente dirigida por los políticos basura, en ilegítimo ejercicio de populismo, se ocuparían de desacreditar a la monarquía eliminado a uno de los mejores jefes de Estado que tuvo España en su historia moderna. Es sólo una opinión, naturalmente...

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  3. Este Pedro Sánchez es un macarra irresponsable un chulo de p**** que ha cedido ahí no tiene vergüenza ni tiene consideración ni es español ni nada es un m***** un vividor un sinvergüenza un estafador un trilero y esa gente no tiene honor ni dignidad como lo está demostrando el rey pues primeramente tendrá que oír a los juristas y al tribunal constitucional y ver que se ha vulnerado la Constitución para llevar a cabo alguna acción no puede hacerlo de motu propio tiene que tener una base jurídica

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