Tres acontecimientos trascendentales

Como los problemas que nos aquejan en España son de poca monta, el personal está pendiente de tres acontecimientos trascendentales que afectan de lleno a nuestro devenir; me refiero, naturalmente, a las traumáticas separaciones de un futbolista y una cantante, de un premio Nobel y una señora fina, fina, filipina y a la reconciliación de doña Tamara Falcó y un tal Íñigo Onieva.

De los seis personajes que acaparan los programas televisivos y la prensa escrita, sólo conocí al admirado escritor peruano, un literato que tiene la virtud de que el último libro que publica es invariablemente inferior en fondo y forma al anterior. Lo que más me llamó la atención de él fue que cumplía a la perfección la aseveración de Foxá según la cual todo degenera en América: el león pasa a ser puma, el cocodrilo jacaré etc. Cuando un interlocutor argentino apellidado Aedo le preguntó en qué degeneraban los foxás, le contestó "en aedos". Mi cada vez menos admirado escritor me pareció, cumpliendo el axioma de Foxá, una versión degenerada del señorito andaluz, agravada por esa inefable cursilería de un idioma recio degenerado en seseos mareantes. Lo conocí antes de que obtuviera el Premio Nobel y no quiero ni pensar qué me hubiera parecido si lo hubiera hecho después de obtenerlo. Lo que más me sorprendió fue que en un ingenioso juego consistente en inventar una palabra y su definición para que fuera la más votada por parte de los demás jugadores, no consiguiera ni un solo voto, algo muy extraño en quien tiene por instrumento de trabajo la palabra.

Por lo que respecta a Shakira, las cancioncitas que dedica a su ex acusándole de no estar a su altura demuestran el rencor de quien siente despecho por haber sido abandonado, que contrasta con la olímpica indiferencia del futbolista.

En cuanto a la reconciliación de la señorita Falcó con su novio, con el que rompió por un beso furtivo a otra damisela, me parece que tal vez no sea tan tonta como se esfuerza diariamente en demostrar.