Una refundación necesaria


A Gabriel Le-Senne


Son muchos los que piensan que un próximo resultado electoral que propicie un nuevo gobierno de centro-derecha podrá poner fin a una deriva que viene gestándose hace ya décadas. Yo no me cuento entre ellos porque creo que un sistema constitucional erróneo y mal diseñado  ha agravado un problema básico de fondo que ya fue diseccionado por Ortega en su "España invertebrada. La tan celebrada Constitución del 78 partió de un supuesto engañoso al articular un estado autonómico que no sólo acentuó las tentaciones centrífugas existentes en el país desde el siglo XIX, sino que, para colmo, las potenció al presuponer, sin apuntalarla, algo tan esencial como la lealtad constitucional. Si se añade a lo anterior una ley orgánica de régimen electoral perversa, injusta y contraproducente, el resultado era previsible y ha consistido en una mayoría sometida a los caprichos de unas minorías y en una erosión constante de la capacidad de reacción del Estado. Inútil añadir que un poder judicial mediatizado obscenamente por los partidos políticos se viene mostrando incapaz de corregir las deficiencias y disfunciones señaladas. Por todo lo anterior, creo que los males que aquejan hoy a España no tendrán remedio si no se produce una refundación del entramado constitucional fracasado que los permite e incluso propicia.


Max Weber acuñó el término "Scheindemokratie" o "democracia aparente", que, como el nombre indica, es aquella que parece ser democrática sin serlo realmente. Si el genial pensador alemán viviera, no dudaría en calificar la nuestra como aparente: por eso entiendo que para que España renazca es preciso sustituirla por una real. Hay quienes piensan que sería conveniente poner fin a la pesadilla separatista facilitando su independencia, aunque yo tengo la convicción de que los dirigentes de los territorios afectados no son tan necios como para pretender una independencia que les excluiría de la Unión Europea y de los sustanciosos beneficios que extraen de los ciudadanos españoles.


En cualquier caso, conviene ir desmitificando el mantra de que nuestra pseudodemocracia ha propiciado una prosperidad inédita en nuestro país: en 1975, el déficit publico era del 0,4 % del PIB y la deuda pública del 9 %; hoy son del 8,5 y de más del 100 %, respectivamente. Los 700.000 funcionarios que había entonces son hoy más de 3.000.000. Hemos pasado de ser la novena potencia económica mundial a ocupar el séptimo puesto del ranking mundial de miseria de los países desarrollados en 2013, sin que las cosas tengan visos de mejorar: desde 2020 el PIB español no ha parado de mermar.


Por todo lo anterior, resulta indispensable una auténtica refundación que no parece entrar en los planes de nuestros partidos políticos.

Comentarios

  1. Respecto a los que piensan que sería mejor darles la independencia a los catalanes a través de un referéndum exclusivo para Cataluña, y que se las apañaran entre ellos, hay que recordarles que quedan muchos que no la quieren, y es obligación del resto de los españoles apoyarles. Pero es que además, si la Constitución exige que sean consultados todos los españoles "de España" ello se debe a varias razones. Una de ellas es que tras cinco siglos de convivencia entre todas las regiones de España, hay una mezcolanza de personas que formaron familias por matrimonios de tal manera que hay más catalanes que viven fuera de Cataluña que dentro. Y a éstos no está previsto consultarles, pero sí a aquél extranjero que lleve quince años viviendo en territorio catalán y que incluso igual ni habla el idioma. Esto es un sinsentido, una aberración, una locura. Por añadidura, cuando se liquida una sociedad mercantil o civil hay que valorar su patrimonio para conocer las fórmulas de reparto entre los socios. Está claro que los iluminados que pretenden esa "pseudoautodeterminación" se consideran agraviados (ya han dado muestras de ello con su famoso España nos roba) y pretenderían separarse tras un justiprecio que naturalmente les beneficiaría en una medida aproximada a varios presupuestos nacionales, a liquidar en varios años, para facilitar el asentamiento institucional de la nueva Catalunya. Y yo pregunto: ¿qué criterios hay para liquidar una sociedad de cinco siglos, en los que se sacrificaron determinadas regiones para lograr que prosperasen Cataluña y las Vascongadas? Porque ellos alegan que el resto de España vivió tradicionalmente a su costa y esto, como es fácil de comprender, a muchos nos chirría hasta lo más profundo. Aplicando la terminología del felón, "no es no". Todo pasa por cumplir la Constitución, y esperemos que eso lo pueda hacer una coalición de derechas para evitar lo que apunta Melitón, una refundación, y que una minoría ridícula erosione la capacidad de reacción del Estado.

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  2. Pienso, según mis deseos, naturalmente, que puede que en las próximas elecciones autonómicas el PSOE y sus cómplices pueden sufrir una contundente derrota. Sigo pensando que todos los paniaguados de esos partidos perderán una gran cantidad de colocaciones y ello les enfadará y enfrentará con el que ha provocado esa situación. También espero que el proceso se repita meses después tras las elecciones generales. De ocurrir todo esto no sería extraño que los perdedores convocaran un Congreso donde recibirían con agrado la renuncia de su actual Secretario General y su sustitución por un Rubalcaba, si antes no han provocado un atentado.
    A partir de ahí caben todas las hipótesis, que el nuevo jefe del Gobierno no revoque ley alguna y lo deje todo como está o que negocie con el nuevo jefe de la oposición, que le ha visto las orejas al lobo, una serie de cambios imprescindibles para poder volver a homologarnos con los países
    serios. Wishful thinking

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