El águila imperial ibérico


He tenido la paciencia franciscana de soportar en televisión un mitin de Su Sanchidad en Cáceres y debo confesar que no me ha decepcionado porque de semejante personaje me espero ya cualquier cosa en cualquier momento. Ha comparecido con camisa y pantalón vaqueros ante partidarios menos enfervorecidos que en otras ocasiones, aunque flanqueado por un conjunto de partidarios de los de cabezada fácil y sonrisa lela dispuesto a reírle las gracias a toda costa.


Sin duda hay quienes piensan que el hecho de que un semianalfabeto pueda presidir el gobierno de su país es un triunfo indiscutible de la democracia. El que hoy me ocupa ha mencionado "el águila imperial ibérico", sin duda porque cree que el artículo determina el género del adjetivo, de manera que supongo que, ya puesto, dirá "el agua puro" o "el alma inmaculado".  


Como era de esperar, según el impresentable cancano que nos desgobierna, España atraviesa la mejor época de su milenaria historia porque, gracias a sus sabias medidas, tenemos la mejor tasa de paro de nuestra historia, aunque sigamos siendo el país de la OCDE con la más alta y aunque la creación de empleo se base en aumentar en un 53% el número de empleados públicos en un país en que ya sobra una buena parte. Sus medidas más cacareadas son hitos históricos de justicia social que evita mencionar que únicamente pueden llevarse a cabo mediante un aumento descabellado de la deuda pública.


Ver a centenares de personas aplaudiendo, aunque, eso sí, con moderado entusiasmo, un discurso inane de un majagranzas es un espectáculo que induce a la reflexión, porque hay que suponer que si el individuo decide dar un pucherazo electoral como el que está preparando se lo disculparán en nombre de principios democráticos. Ya en Castilla y León, donde ahora resido, hay más de cincuenta municipios en los que, pese a la España vaciada, el censo electoral ha aumentado en cerca de un 60 %. Añádase el voto de los miles de nuevos españoles que ni han pisado el territorio nacional ni saben a ciencia cierta dónde se encuentra.


Mientras tanto, como ha señalado Salvador Sostres en su artículo de hoy en ABC, Núñez Feijoo se asemeja cada vez más a una lechuga en el fondo de un frigorífico y es el adalid del siperonó y del noperosí, capaz de considerar que no sólo Sánchez sino también VOX son sus enemigos. Con estos mimbres, cualquier cosa puede pasar. Que Dios nos pille confesados.

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