Horario comercial

                          Lars Hellerup

        Traducción del noruego de Melitón Cardona


Poco antes de acabar de almorzar, ella le dice que tiene compras por hacer y él se ofrece a acompañarla, pero ella le explica que no va a ser necesario porque sólo quiere un secador, una cafetera y una centrifugadora que no pesan mucho.

Ella no se ha fijado en su mirada cuando él le ha pedido que le compre el último disco de Joe Cocker, pero como ninguno de los dos sabe el título exacto, ella se ha negado "para no meter la pata como de costumbre". Ha vuelto a ofrecerse a acompañarla y ella ha accedido, pero, más tarde, ya vestida y pensándolo mejor, le dice que ha decidido que ir de compras con él volverá a ser el tormento de siempre y esta vez quiere hacer las cosas reposadamente y sin agobios. Él ha objetado que no parece necesario ir al centro para tan poca cosa: en la tienda de la esquina puede comprarlas sin necesidad ni de sacar el coche, pero ella replica que quiere pagar con tarjeta y en la tienda de la esquina no es posible.

Él ha decidido acostarse un rato y le ha pedido que le despierte cuando vuelva, porque supone que no tardará y además tiene un asunto que atender.

Ha conseguido salir con tiempo suficiente ... 


*****


De regreso, tres horas más tarde, le encuentra levantado y mientras le muestra un secador de pelo, dos cafeteras y una centrifugadora "baratísima porque estaba de rebajas", lo nota algo extraño. Es una sensación nueva que procura ahogar hablándole de lo dificilísimo que le ha resultado aparcar, de lo atiborrados que están los almacenes en época de rebajas y de lo carísimos que están los precios.

Él no cesa de reparar en la falda de cuero rojo, en las medias negras acanaladas, en la trenza de pelo bermejo y en los pendientes llamativos; lo está examinando todo atentamente, como si tomara nota mental de todo lo que ve: parece estar calibrando el conjunto de su atuendo como si quisiera captar esa señal inequívoca, un tanto difusa y a veces banal o escurridiza, que emite la forma de acicalarse las mujeres.

    Ella, que lo ha notado, se arriesga a decirle que le encuentra algo extraño, pero él lo niega tercamente: no hay caso; incluso puede asegurarle que se está comportando con toda normalidad. Ella va a cambiarse de ropa y cuando regresa al salón le ve en la misma postura, como si durante todo aquel tiempo, para ella eterno, hubiera permanecido inmóvil e impasible. Le pregunta si desea algo y, ante la negativa, vuelve a retirarse a su habitación preguntándole si ha atendido ya a su asunto. Él le garantiza que sí e intercambian sonrisas que tienen el efecto de calmarla.


Mientras prepara un baño, decide que es preferible no decirle la verdad, atenerse al relato de los hechos, no dejarse impresionar por su extraño comportamiento. Además, debe mostrarse como él, sonriente y tranquila. Ha ido de compras. Eso es todo. No es la primera vez. ¡Ya se le pasará!


Más tarde, en la cocina, le mostrará las ventajas de la centrifugadora para secar ensaladas, le preparará una cena algo especial y procurará mostrarse locuaz y distendida.


*****


Al día siguiente, al levantarse, la casa está vacía. Cosa rara: se ha ido a trabajar sin despertarla. A veces lo hace. Todo ha ido como de costumbre. Son aprensiones suyas. No tiene que preocuparse ... Se siente repentinamente aliviada al ver una nota de su marido sobre el plato de desayuno pero no al leerla: "Ayer, al volver del trabajo, necesité aceite para la cerradura del garaje y abrí el maletero de tu coche para cogerlo: vi una cafetera, un secador y un chisme que no supe para qué servía. Por eso, quizás, ayer tarde me encontraste algo más extraño que de costumbre".


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