Más sobre "Queridos camaradas"


Dado el interés que despertó en este blog mi reciente recensión de la película "Queridos camaradas", he decidido añadir hoy algunas consideraciones que tal vez la complementen.


En primer lugar, me referiré al director Andréi Konchalovski y a su hermano Nikita Mijálkov, miembros de la familia Mijálkov, conocida por sus raíces artísticas y aristocráticas. Su padre compuso el himno de la Unión Soviética, lo que permitió que los hermanos disfrutaran de una infancia lujosa. En mi época de cónsul general en Moscú conocí a Nikita y al saludarle en ruso me sorprendió que me contestara en un magnífico castellano y me confesó que no tenía mérito porque en su infancia se lo había enseñado "una tata de Bilbao" que, por cierto, tuvo el buen gusto de no educarlo en euskera. Me invitó a la espectacular presentación de su película "El barbero de Siberia", amenizada por una excelente banda de música militar y en la que ofreció champagne francés, vodka de aguas fósiles de Siberia, foie y caviar de la mejor calidad. En mi anterior recesión destaqué la sobriedad de su hermano, en contraste con su tendencia a la espectacularidad: en la película citada, Nikita se dio el gusto de encarnar al zar Nicolás pasado revista a las tropas a lomos de un espectacular caballo blanco. Su hermano Andréi adoptó como seudónimo el apellido de su abuelo materno; su madre, Natalia Konchalóvskaya, fue una escritora de literatura infantil, poetisa y traductora, hija y nieta de los renombrados pintores rusos, Piotr Konchalovski y Vasili Súrikov. Andréi es de carácter reservado y, pese a haber dirigido una película que revela las miserias materiales y morales del régimen soviético, siempre ha sido mucho más partidario del régimen soviético que su hermano, lo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que su infancia, con tata bilbaína incluida, transcurrió con todos los lujos de los apparatchiki: piso de 500 metros cuadrados, lecciones de equitación, enseñanza de primera calidad etc.


Volviendo a la película, hay que tener en cuenta que está basada en un hecho real: la manifestación de los obreros de una fábrica en Novocherkassk en 1962, debido a la escasez y carestía de los alimentos, desembocó en una auténtica masacre. De hecho, la mayoría de las pancartas de los manifestantes se limitaban a repetir las palabras "maslo", "miaso" y "jlieb" (aceite, carne y pan). Aunque en realidad fue la KGB la que disparó sobre los manifestantes, ésta trató de endosar la responsabilidad de la tragedia a las Fuerzas Armadas. En la película, hay una conversación entre el general al mando del cuerpo de ejército y el responsable provincial de la KGB en la que el primero, después de confesarle que ha asistido a múltiples ejecuciones de las que le ofrece detalles espeluznantes, le asegura que él también se habría manifestado si hubiera padecido la escasez de los que lo hicieron.


El personaje de la responsable del partido local, una comunista convencida en busca de su hija desaparecida durante la revuelta, es un prodigio de interpretación a cargo de la mujer del director, la conocida actriz Yuliya Burova. En la película, su anciano padre, ataviado con el uniforme de cosaco y con numerosas condecoraciones (entre ellas la Cruz de San Jorge), trata de explicar a su hija los horrores que sufrió a manos de los comunistas sin que ésta reaccione. Sólo cuando da por perdida a su hija y asiste a una delirante reunión de cuadros del partido en la que se dictamina que en realidad no ha habido huelga ni manifestación ni masacre y se propone celebrar un baile popular, se replantea la validez de sus convicciones. De hecho, cuando alguien le asegura que su hija yace en tumba ajena en un cementerio de las afueras, su reacción es caer de rodillas y persignarse repetidamente, lo que demuestra que en modo alguno se extirpó el hondo sentimiento religioso del pueblo ruso, del que puedo dar fe.


Vuelvo a recomendar tratar de ver una película excelente que recibió el premio especial del jurado en Venecia y fue nominada en los Oscar a mejor película en lengua extranjera. Creo que quienes lo hagan me lo agradecerán.

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