Fin de ciclo


Acabo le leer la proposición de ley de amnistía que, de prosperar, significará el fin del régimen constitucional de 1978. En apoyo de mi tesis, reproduzco a continuación algunos párrafos de su delirante exposición de motivos: "… la reforma estatutaria aprobada por el Parlament de Catalunya, por las Cortes Generales y refrendada por la ciudadanía catalana en 2006 topó con el recurso a la vía jurisdiccional. La Sentencia 31/2010, de 28 de junio, del Tribunal Constitucional, no fue deferente con un legislador tan singular como el de la reforma estatutaria catalana, truncando de este modo la culminación normal del proceso de reforma; se desactivaba normativamente el texto del Estatuto de 2006, aprobado con alto consenso político y refrendado por la ciudadanía en las urnas, desplazando así no sólo la vía parlamentaria pactada sino también el diálogo político como método para la resolución de conflictos. 


Ante esta situación, no cabe duda que una sociedad que se pretende avanzada desde el punto de vista democrático debe recuperar como prioritaria la vía política para la resolución de los conflictos de naturaleza política.


Una constitución democrática no ha de erigirse como un muro ante un problema político profundamente arraigado en la sociedad, sino que, al contrario, ha de ejercer una función integradora, permitiendo el libre debate parlamentario de todas las iniciativas políticas y haciendo posible la expresión democrática de los ciudadanos para decidir el tipo de articulación política que desean. Y la mejor herramienta para la construcción de dicha solución es la de poner fin a la judicialización del conflicto y al exclusivo enfoque penalista dado hasta el momento por los poderes e instituciones del Estado mediante la amnistía para todos los condenados y encausados. Una amnistía que permita enmendar el daño ocasionado hasta ahora y que permita edificar una solución al conflicto sobre la base de cimientos sólidos, mediante el diálogo político y el respeto a la voluntad mayoritaria de la ciudadanía".


Lo anterior implica que cualquier actuación política que no respete las previsiones constitucionales se sitúa por encima de ellas, lo que implica un auténtico y explícito quebrantamiento constitucional. Era cuestión de tiempo que se consumara el despropósito desde el momento en que se legitimó  la actuación política de quienes tienen como objetivo político derogar el edificio constitucional, algo que está explícitamente prohibido en constituciones como la alemana, la portuguesa, la francesa y otras de nuestro entorno.


Todo indica que el candidato del partido popular no logrará la mayoría suficiente para ser investido como presidente del Gobierno. De ser así, Su Majestad el Rey tendrá que enfrentarse a una situación indeseable en la que, adopte la decisión que adopte, se enajenará a buena parte de la ciudadanía española. Conviene aclarar que no está obligado a proponer un segundo candidato: de hecho, no lo ha hecho en dos ocasiones anteriores. Como es de esperar, el presidente en funciones le asegurará que cuenta con los apoyos necesarios para ser investido pero si, como es previsible, los líderes de los partidos en principio dispuestos a apoyarle no acuden a la convocatoria de Su Majestad para confirmar dicho apoyo, no tendrá constancia del mismo y podrá dejar de proponerle como candidato, en cuyo caso, se tendrá que enfrentar a medio país dispuesto a reprocharle su actitud. Por otra parte, si decide proponer como candidato al presidente en funciones con los apoyos con los que dice contar lo hará sabiendo que dichos apoyos están condicionados al quebrantamiento de una Constitución que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española y como "es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones" difícilmente deberá proponer a un candidato dispuesto a quebrar dicha unidad y permanencia.


Lo anterior indica que la vigencia de hecho de nuestra tan celebrada constitución está llegando a su fin. Su imperfección técnica y la felonía de un partido político nefasto lo han facilitado.

Comentarios

  1. El rey, puede perfectamente forzar unas nuevas elecciones, puesto que los partidos con los que Sánchez dice contar no van a ir a la ronda de consultas, pero no creo que tenga valor. Él sabrá lo que hace porque el futuro de Españ y de la monarquía está en sus manos. Por otra parte tampoco estoy muy segura de que unas nuevas elecciones arrojen resultados muy diferentes. La derecha lo está haciendo fatal dominada por sus miedos. tenían que tener a toda españa en la calle, Vox-PP y PP-Vox. Realmente no son tiempos para la euforia

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  2. Debería hacer uso de sus atribuciones si llega el caso. No es racional que unas minorías insumisas acaben con una nación del primer mundo de carácter histórico milenario. Estamos en manos de traidores?

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