Por su interés, reproduzco partes de un artículo de Yuval Noah Harari en The Washington Post. El autor es un historiador y escritor israelí, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Entre sus obras se encuentran Sapiens: De animales a dioses, Homo Deus: Breve historia del mañana​ y 21 lecciones para el siglo XXI.


El horror de Hamás es también una lección sobre el precio del populismo


La verdadera explicación de la disfunción de Israel es el populismo y no una supuesta inmoralidad. Durante muchos años, Israel ha estado gobernado por un hombre fuerte populista, Benjamin Netanyahu, que es un genio de las relaciones públicas pero un primer ministro incompetente. En repetidas ocasiones ha preferido sus intereses personales al interés nacional y ha construido su carrera dividiendo a la nación contra sí misma. Ha nombrado a personas para puestos clave basándose más en su lealtad que en su cualificación, se ha atribuido todos los éxitos sin asumir nunca la responsabilidad de los fracasos, y parece dar poca importancia a decir o escuchar la verdad.


La coalición que Netanyahu estableció en diciembre de 2022 ha sido, con mucho, la peor. Se trata de una alianza de fanáticos mesiánicos y oportunistas desvergonzados, que ignoraron los numerosos problemas de Israel -incluido el deterioro de la situación de seguridad- y se centraron en cambio en hacerse con un poder ilimitado para sí mismos. En pos de este objetivo, adoptaron políticas extremadamente divisivas, difundieron escandalosas teorías conspiranoicas sobre las instituciones del Estado que se oponían a sus políticas y etiquetaron a las élites en activo del país como traidores del "Estado profundo".


Sus propias fuerzas de seguridad y numerosos expertos advirtieron repetidamente al gobierno de que sus políticas estaban poniendo en peligro a Israel y erosionando su capacidad de disuasión en un momento de crecientes amenazas externas. Sin embargo, cuando el jefe del Estado Mayor de las FDI pidió reunirse con Netanyahu para advertirle de las implicaciones para la seguridad de las políticas del gobierno, Netanyahu se negó a reunirse con él. Cuando el ministro de Defensa Yoav Gallant dio la voz de alarma, Netanyahu le despidió. Luego se vio obligado a readmitir a Gallant sólo debido a un estallido de indignación popular. Un comportamiento así durante muchos años permitió que una calamidad golpeara a Israel.


Independientemente de lo que se piense de Israel y del conflicto israelo-palestino, la forma en que el populismo corroyó al Estado israelí debería servir de advertencia a otras democracias de todo el mundo.

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