¿Puede ser un buen año?


La última vez que publiqué algo en este blog fue el pasado 22 de julio: fue un artículo titulado "Mañana puede ser un mal día". Hoy vuelvo a remar contra corriente atreviéndome a pronosticar que 2024 puede ser un buen año. No será porque se haya eliminado el término "disminuido" del artículo 49 de nuestra constitución y se sustituya por un sinónimo biempensante, una operación de gran envergadura jurídica que contribuirá decisivamente al bienestar social de nuestro país. Tampoco por el nombramiento del nuevo Jefe de la Casa de S. M. el Rey, imputado (más bien "investigado") en su día por su papel decisivo en la entrada irregular en España del líder del Frente Polisario. Tal vez me impulse a pensarlo el hecho de que el felón de la Moncloa tendrá que lidiar con socios incompatibles entre sí: pronto se verá en las próximas citas electorales, aunque puede que sea lo de menos.


Acostumbrado a escribir en distintos medios; el hecho de no haberlo hecho durante meses se debe a que he llegado a la conclusión de que la penosa deriva de nuestro país no tiene más arreglo que una solución drástica que no parece entrar en los planes de quienes deberían contemplarla. Si hoy publico estas líneas es para contentar a varios amigos y conocidos que me han insistido amablemente en que lo haga, aunque la verdad es que lo hago sin convicción y de mala gana.


Hace cinco años que España se desliza por la pendiente fatal de una decadencia en todos los órdenes, principalmente en el institucional, en el económico y, ¿cómo no?, en el moral. El problema es que no sirven las bienintencionadas lamentaciones que se leen a diario en buena parte de los medios de comunicación: a falta de una decisión drástica, el proceso irá acelerándose hasta que no resulte posible dar marcha atrás: de ahí mi reticencia a contribuir a este estado de cosas uniéndome al tristísimo coro de los lamentadores. Como señaló el perspicaz Lord Acton, no es cierto que los países tengan los gobiernos que se merecen: tienen, precisamente, los que su oposición se merece.


Supongo que quienes hayan leído lo anterior se lo pensarán dos veces antes de volver incitarme a escribir porque, por desgracia y como ahora se dice, "es lo que hay".

Comentarios

  1. Expreso mi alegría por tu regreso al mundo de las letras que es nuestra mejor forma de combate. Abrazo agradecido.
    Rafael Dávila

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  2. Comprendo Melitón ese desasosiego que influye en tu ánimo para seguir escribiendo, y lo suscribo. Tengo conocidos de presumible alto nivel en el ramo de la medicina, enseñanza, o ciencias y letras en general, que se sienten socialistas y votan, no sólo a Sánchez, sino a sus borregos como Oscares Puente o Bolañoses. Yo les digo que los auténticos, como Felipe González, Alfonso Guerra, Paco Vázquez, etc...reniegan de esos canallas...pero les da lo mismo. Hay un odio visceral a la derecha que les impide ver el desastre final. Si ya se piensa en la necesidad de esas medidas drásticas de las que hablas, que esperemos no lleguen a cuajar por la intervención de la UE, lo que sí debe quedar claro para los descreídos es que el levantamiento del 36 , con un contexto mucho más hiriente, por no explicitar demasiado, ante estos dislates, se deja ver como algo que fue absolutamente legitimo y necesario...

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  3. La desesperanza de Melitón es la que tenemos todos los españoles con un poco de sentido común, la deriva de este país es preocupantes y como bien dice Melitón quien debiera actuar no hace nada. España está triste y no es para menos, y lo peor es que tenemos felón en la Moncloa para , POR LO MENOS, cuatro años. De las relaciones internacionales mejor no hablar

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