Dromedarios en la Playa de Madrid
El Rubayat de Omar Khayam
Mi amigo Jean Louis me dice ahora repentinamente que ha cogido un taxi para regresar a su domicilio ancestral en la Calle Maldonado, muy cerca de los museos más memorables de la inmensa aldea sideral y de la banca más respetable y considerada del mundo financiero, pero el vehículo en el que ingresa decididamente con firme determinación se dirige de pronto a La Coruña por vericuetos relativos e inconcretos mientras le trata de recitar el Rubayat de Omar Khayam antes de tratar de depositarlo en un descampado que luce un enorme letrero con la inscripción Playa de Madrid, Acantilado insigne, Refugio Colorado, Introducción al Sueño, ruta sideral. Está desconcertado, muy, muy desconcertado. Mi amigo Jean Louis.
Comprueba con cautela que el llavero sigue intacto en su bolsillo trasero y memoriza un fragmento del antiguo Rubayat "sin jean, gin an, ale, babi, nabi ban" en la playa de Madín, en La Coruña inmortal. Oscurece pero un meteorito cruza la Plaza Mayor en una trayectoria errática pero definidamente alegre que sin duda debe apuntar la senda que no depositará a mi amigo en su confortable mansión capitalina que le apacigua los desasosiegos de la solitaria Playa insólita de Madrid y le adentra por vericuetos cada vez más angostos y angustiosos que conducen a la mar multipolar. Suenan cuernos hoscos y el atasco es más que descomunal, apocalíptico porque aumentan los tamaños de autobuses azulados sin igual y mi amigo requiere su llavero para amenazar al joven del Rubayat pero la melodía reiterada se hace estrepitosamente intolerable mientras el taxista levanta un dedo que apunta a la playa desprovista de arena pero empedrada de rubíes incandescentes que no conducen al mar. A la mar.
Sólo luego, en el refugio de un amable sacristán desconcertado siente el calor del cariño del fuego descomunal y de las castañas tiernas que acarician las mejillas de su tenue despertar: es la playa de Madrid, es el campo, el amplio mar, la concordancia del perro, la madrugada fatal. Hay que ver el amplio mar.
Jean-Louis es poeta insigne, delgado y terminal pero se extravía en las playas de Madrid en ruta a La Coruña por la Puerta del Sol, aunque siempre le queda el consuelo de que un taxista anónimo le recite el Rubayat. De Omar Khayam. De Omar Khayam.
Surge el sol, salen nubes violeta y la autopista de La Coruña vira en redondo hasta que el vértigo del tráfico de la Puerta del Sol desconcierta a mi amigo Jean Louis hasta el punto de creerse a lomos de un dromedario en ruta a La Coruña recitando el Rubayat. De Omar Khayam. De Omar Khayam. ¡Ay qué siniestro final! Mal, mal, mal, muy mal ese Rubayat de Omar Khayam. De Omar Khayam. De Omar Khayam.
Plas plas plas
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